
Una puerta misteriosa
Un detalle de la iglesia de San Antón que muy poca gente conoce es el motivo de la existencia de una puerta en el lateral de la Capilla de Santa Lucía. Esta capilla es la más antigua de la iglesia y en su momento perteneció a la familia Leguizamón. Lo extraño de la puerta es que debería comunicar con La Ribera, pero en el exterior no existe ninguna puerta aunque, para un observador atento, si se pueden intuir en la pared trazos de su existencia en otros tiempos. Desde el interior y en la actualidad, aunque la puerta se sigue manteniendo en el mismo lugar, lo cierto es que no conduce a ningún sitio, está cegada. Sin embargo, si la abrimos, todavía se puede ver el inicio de unas escaleras que mueren en la pared al poco de iniciarse. Como es sabido, hasta finales del siglo XIX, el edificio del Consulado y Ayuntamiento de la villa estaba anexo a la iglesia de San Antón, pared con pared. Quizás sea menos conocido que, desde finales del siglo XVII, esta capilla pasó a ser oficialmente del Consulado, por lo que, en estas circunstancias y dada la fuerte aversión que las clases privilegiadas tenían en aquellos tiempos a tratarse con el populacho, la puerta servía de acceso privado a la iglesia para los prebostes del Consulado y Ayuntamiento que, como era habitual entre la nobleza, seguían los oficios religiosos desde su capilla privada. Parece ser que los Leguizamón también dispusieron de algún acceso directo a la capilla desde su casa torre de Somera, pero esta sería otra historia.
La terraza de San Antón

También en relación con los vestigios que aún perduran de la antigua ubicación del Ayuntamiento de Bilbao, edificio anexo a la Iglesia de San Antón, podemos fijarnos en la terraza que sirve de techo al atrio de la entrada principal de esta emblemática iglesia. Esta construcción no es propia de la iglesia sino del antiguo Ayuntamiento y Consulado de la Villa, la cual hacía las funciones de palco para asistir a los diversos espectáculos que por entonces se celebraban en la conocida popularmente como «Plaza Vieja». Hay que recordar que aquella plaza hacía las funciones de coso taurino cuando la ocasión lo requería y también era el lugar desde donde partían las procesiones de Semana Santa, así como el sitio donde tenían lugar muchos otros acontecimientos populares. Pues bien, lo curioso de la terraza es que resulta inaccesible desde el interior de la iglesia. Dispone de puerta, pero para acceder a ella es necesario hacer un proceloso itinerario, sin acondicionar, por las zonas más altas del edificio y saltar sobre uno de los tejados del templo, pues es allí donde se encuentra la puerta de acceso al balcón.
El osario de la Iglesia de San Antón

Como ya es conocido, hasta finales del siglo XVIII o principios del XIX, dependiendo de la voluntad de cada municipio, los enterramientos de difuntos se realizaban en el interior de las iglesias. Bilbao será uno de los primeros municipios vizcainos en hacer inhumaciones «extra sacra» y ya en los primeros años del XIX se están utilizando los terrenos del antiguo Convento de San Francisco como cementerio, si bien será el Cementerio de Mallona el que quedará como definitivo de la villa hasta la construcción del actual de Vista Alegre en Derio.
Pues bien, durante las excavaciones arqueológicas que se realizaron en la Iglesia de San Antón con motivo de las obras de acondicionamiento que en ella se llevaron a cabo durante los años 90 del pasado siglo, aparecieron numerosos restos humanos bajo el suelo del templo, restos acumulados durante siglos, como uno se puede imaginar. Estos restos se siguen guardando en el interior de la iglesia, aunque para ellos se buscó una ubicación más acorde con los tiempos y se conservan en el habitáculo que queda bajo la escalera de acceso al coro, vigilados por las imágenes de San Cosme y San Damián, que para algo son los patronos de los médicos.
El órgano de San Antón

Este es un detalle que nos suele pasar inadvertido en gran parte de las iglesias que visitamos y, sin embargo, en muchas ocasiones, como en ésta, los órganos que se albergan en ellas se pueden considerar verdaderas joyas de la música instrumental.
La iglesia de San Antón cuenta con el que tal vez sea el más grande órgano romántico francés de la Villa. construido por Charles Mutin en 1901, digno sucesor de Aristide Cavaillé-Coll al frente de su famoso taller de organería, se trata de un instrumento de una gran calidad, construido según la tradición romántica sinfónica francesa. Por sus teclados han pasado músicos ilustres como Arturo Intxausti, compositor junto a D. Claudio Gallastegi del popular himno a la Virgen de Begoña, «Begoñako Andra Mari».
En la actualidad, el instrumento es tañido por Iñigo de Peque y puede escucharse los sábados por la tarde y los domingos por la mañana en las eucaristías, así como en los eventuales ensayos y, por supuesto, en los conciertos que ocasionalmente se ofrecen en él.
Me trae muy buenos recuerdos. Don Claudio, que me llamaba «Catalina» y a veces «monaguilla», porque mis hermanos mayores eran monaguillos. Don Arturo, que tocaba siempre el órgano en la Misa de once (Misa de niños) y cantábamos a su lado en el coro. 1979.también en mi boda, a las 13:45, en 1979. Bonitos recuerdos de muchas vivencias en mi infancia y juventud.
Qué maravilla de comentario. Nos ha encantado. Nos haría mucha ilusión poder contar con personas como tú que nos puedan contar sus vivencias en el barrio.
Un abrazo Carmen
Gracias