Artekale 26. Haciendo memoria

El local de Artekale 26

En la actualidad ocupa el local de Artekale 26 una carnicería halal en la que se puede también comprar fruta, dulces y otros variados artículos de alimentación. Sin embargo, la lonja, como tantas otras del barrio, tiene una larga trayectoria a sus espaldas. Por el local han pasado distintos negocios a lo largo del tiempo, sin embargo, si alguno marcó época en ella, ése fue el de los Almacenes Antonio Guisasola. Si quieres conocer algunos detalles más de su historia, continúa leyendo.

Artekale 26 en la actualidad
Carnicería halal. Artekale 26 en la actualidad

Almacenes Antonio Guisasola

Los almacenes Antonio Guisasola fueron uno de los comercios textiles más importantes de Bilbao y emblemático dentro de las Siete Calles. Sito en Artekale 26, debió de nacer a finales de los años 30 o principios de los 40, alcanzando su mayor esplendor en las décadas de los años 60 y 70 del pasado siglo.

En su interior se podían adquirir todo tipo de tejidos, así como ropa de hogar, que, con la llegada del Prêt-à-porter, terminó siendo su especialidad, así como también distintos artículos propios de la mercería. En el almacén se atendía tanto a la venta mayorista, en el primer piso, como al detalle, en la lonja.

En un principio, el establecimiento ocupó las dos lonjas del inmueble de Artekale 26, las cuales se encontraban separadas por la escalera central de acceso a los pisos superiores destinados a vivienda, pero, con posterioridad, unió las dos lonjas en una, trasladando el portal al extremo derecho del edificio, tal y como lo podemos ver en la actualidad.

Obras de reforma

En las obras de reforma no se escatimaron gastos, cambió la estructura del edificio en sus primeras plantas, las cuales reforzó con vigas de hierro que sustituyeron a las anteriores de madera, consiguiendo así una hermosísima lonja totalmente diáfana, cosa infrecuente en las Siete Calles, ya que la gran mayoría de las casas de la zona conservan sus primitivas estructuras de madera, las cuales requieren un mayor número de pilares para la sustentación del edificio. En la fachada, mármol rojo travertino importado desde México, el cual todavía se conserva y merece la pena observar, aunque se encuentre algo deteriorado; las lunas de los escaparates eran de una sola pieza y modeladas en las esquinas, algo inaudito en nuestros días, aunque, desgraciadamente, tuvieron que ser sustituidas con posterioridad, es de suponer que a causa del tiroteo al que fueron sometidas en el año 1982, por lo que a día de hoy ya no es posible su disfrute. Al fondo del local una majestuosa escalera, que se abría en abanico, daba acceso a la primera planta que también fue remodelada en su totalidad, uniendo los dos pisos existentes y dejándola totalmente limpia y sin columnas. Sobre la escalera central una impresionante vidriera, con el escudo de armas del propietario, presidía todo el recinto comercial. Con los años, los almacenes se fueron expandiendo a la altura de este primer piso por los edificios colindantes y, según se dice, a esta altura se podía transitar de cantón a cantón sin salir del almacén, lo que puede dar una idea de la magnitud que llegaron a alcanzar.

Imagen del estado de los almacenes de Antonio Guisasola tras el tiroteo
Imagen del estado de los almacenes de Antonio Guisasola tras el tiroteo ´- La Gaceta del Norte – 1982

Decoración vintage

En la década de los 80 visité con cierta asiduidad estos almacenes y, la verdad, todavía entonces conservaban el aire «vintage» de los años 40 que hoy haría las delicias de los más exigentes amantes de lo vetusto. En el centro del local, un potente mostrador donde se exhibían diferentes artículos, y en la cabecera del mismo, al fondo, Don Antonio, sentado en alto, vigilaba la buena marcha del negocio. A los lados, dos grandes mostradores parapetaban a los prolijos dependientes que pacientemente atendían la incesante afluencia de clientela que no era, ni mucho menos, escasa. Junto a la entrada, un pequeño mostrador servía de soporte para la caja, la cual permanecía protegida tras un cristal sobre el que se abría una pequeña ventanilla con bordes latonados para permitir el trasiego de efectivo. En el primer piso, otros trabajadores atendían la venta al por mayor y preparaban los pedidos pendientes de servicio para los clientes minoristas de las numerosas tiendas que entonces existían en pueblos y barrios de nuestra geografía. Al fondo, junto a los ventanales que dan a la calle, las oficinas de administración y la caja.

Últimos años

En los años 90, a los pocos años del fallecimiento de D. Antonio Guisasola, suceso que, por cierto, aconteció en el propio establecimiento de Artekale 26, mientras D. Antonio permanecía al pie del cañón, trabajando, el negocio cerró y por el local pasaron diversas empresas en los años posteriores, aunque ya solo constaba de lonja y primer piso. Almacenes Sancho estuvo algún tiempo allí ubicado, hasta su quiebra, pero será Blancolor, que abrió en la lonja un comercio especializado en la venta de alfombras, el que permanecerá en Artekale, 26 durante más tiempo, hasta que, aproximadamente en 2012, trasladó la sección de alfombras a sus locales de la calle Tendería, habiendo permanecido cerrada la lonja desde entonces hasta el año pasado, momento en el que se produjo la apertura de la carnicería que ya he comentado al inicio.

 

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