Las Aldabas, todavía colgadas de algunas antiguas puertas de portal, son testigos mudos de otros tiempos.
Orígenes de la aldaba
En la actualidad, las aldabas que se conservan no pasan de tener un mero sentido ornamental, pero no fue exactamente así en el pasado. Su principal función, hoy ya perdida, era la de llamar a la puerta de las casas aunque, como es evidente, también se deducía de la opulencia de sus adornos la capacidad económica de sus moradores, por lo que también tenían un claro sentido de ostentación y exhibicionismo.
Cuando paseamos por las zonas viejas de las ciudades, resulta muy interesante fijarse en esos pequeños detalles que nos hablan de la vida que ha pasado por ellas. Uno de esos detalles interesantes lo constituyen las aldabas. Existen con muy diversos motivos y reflejan el poderío económico que albergaron en otros tiempos las casas que todavía hoy los portan.
De cualquier forma, ojalá las aldabas sigan colgando de las puertas de nuestros portales muchos años más. Por su función decorativa y por su labor testimonial como símbolos presentes de otros tiempos pasados no tan lejanos.
El ocaso de las aldabas
Con la generalización del uso de la electricidad en las primeras décadas del siglo XX comenzará el declive del uso de las aldabas, que solo sobrevivirán en zonas rurales hasta casi nuestros días.
Hay que tener en cuenta que, en aquellos tiempos, los portales de las casas de vecinos permanecían abiertos durante todo el día, y solo a partir de las diez de la noche se cerraban y se hacía necesario el uso de la llave para poder acceder a ellos. Igualmente, en este sentido, se hace inevitable recordar la figura del sereno que, además de ejercer de vigilante nocturno en las calles, disponía de llaves de todos los portales y te podía facilitar el acceso.
Portal de las Siete Calles
Las aldabas en los portales del Casco Viejo
Desde principios del siglo XX, en la mayoría de las casas de vecinos que se construían de nueva planta, siempre dependiendo de la diversa capacidad económica, se instalaban timbres en los portales que permitían llamar a cada piso particular de forma exclusiva.
Sin embargo, en las casas más antiguas, como eran la generalidad de las existentes en el Casco Viejo de Bilbao, la instalación de estas novedades tecnológicas será posterior y, en muchos casos, no se producirá hasta bien entrados los años 60 o 70 de la pasada centuria, dando, en muchos casos, el salto de la aldaba al portero automático, directamente.
Aldaba y portero automático en un portal del Casco Viejo de Bilbao
La función de la aldaba era predominantemente nocturna ya que, como hemos dicho anteriormente, durante el día, los portales permanecían abiertos y el acceso era libre. En el caso de nuestras Siete Calles hay que tener en cuenta, además, la existencia de muchísimas tiendas conocidas como «de portalito», que tenían su acceso a través del portal del inmueble. Todavía se conservan algunas que podemos observar en la actualidad en el Casco Viejo de Bilbao.
Cómo se usaban las aldabas
El uso parece evidente cuando se trata de una vivienda unifamiliar, se trata de golpear con la aldaba y hacer ruido sin más, sin embargo, en el caso de edificios que albergan viviendas de varios vecinos ¿cómo actuar?
La solución es bien sencilla: En primer lugar se marcaba el piso al que se dirigía la llamada, haciendo coincidir el número de toques, hechos de forma pausada, con la altura del piso al que se quería acceder, para posteriormente terminar con un repique que daba por finalizada la comunicación.
¿Recuerdas haber utilizado la aldaba en algún portal del Casco Viejo de Bilbao?
Algunos ejemplos de aldabas en el Casco Viejo de Bilbao. Pincha en las fotos si quieres ver la galería ampliada.
Potente aldaba con diseño de espiral
Parece que la aldaba y el soporte son de diferentes momentos
Aldaba con forma de lagartija
Aldaba que se ha quedado sola en la calle Los Fueros
Curiosidades de las Siete Calles que tal vez aún no conozcas
Todavía se conservan partes de la muralla que rodeó las Siete Calles del primitivo Bilbao
El viejo Bilbao, el de las Siete Calles, estuvo en otro tiempo rodeado por una potente muralla que se remataba con una torre defensiva desde la que se daba acceso a la villa por el puente de San Antón.
Sin embargo, en la actualidad, la presencia de esta muralla que daba forma al primitivo Bilbao, pasa desapercibida para el paseante inadvertido, aunque todavía es posible imaginarla a través de los pocos restos que perviven.
Son tres los puntos en los podemos constatar su existencia:
En la calle Ronda todavía se conserva parte del lienzo de aquella muralla, formando parte, en la actualidad, de la pared de una casa de vecinos. Si te interesa, puedes darte un paseo por la calle fijándote bien en las numerosas paredes de piedra que en ella se conservan. En una de ellas verás un cartel que indica sus remotos orígenes.
En la iglesia de San Antón se conservan los cimientos de la primitiva torre que allí se ubicó, los cuales pueden verse a través del cristal que, con este propósito, se colocó como suelo del presbiterio.
También en el extremo opuesto del recinto amurallado se conservan restos de los cimientos de aquella muralla. Se guardan «in situ» en el interior del Palacio John, también conocido como Edificio de la Bolsa, y se pueden visitar libremente ya que el casa es un Centro Cívico en la actualidad.
Curiosidades de las Siete Calles – Fuente de la Plazuela de Santiago
La fuente de la Plazuela de Santiago
Seguramente, casi todos nos habremos quejado alguna vez de lo incómodo que resulta intentar beber agua en la fuente de la Plazuela de Santiago. La razón es que la fuente es del Siglo XVIII y estaba pensada para ser utilizada de una forma bastante diferente a los usos y costumbres actuales.
Por un lado, como resulta evidente, los grifos no son de aquella época. Seguramente, en aquellos tiempos, los caños verterían agua continuamente, sin mecanismo de cierre, y el agua brotaría horizontalmente y no en vertical como en la actualidad, por lo que los chorros quedarían más cerca del alcance de los usuarios. Y, por otro lado, la base no estaba rellena de hormigón como ahora, sino que en la concha se recogía el agua aportada por los caños, de forma y manera que las caballerías, tan abundantes en el Bilbao eminentemente comercial de aquella época, pudieran allí aplacar su sed, ya que, por aquel entonces, eran el único medio de transporte conocido.
Si pasas por la Plazuela, para un momento a comprobarlo, aunque, hay que reconocerlo, los azulejos que rematan el relleno de la concha sean realmente feos e inapropiados.
Cada calle tenía un patrón
En otros tiempos, cada una de las Siete Calles tenía su patrón o patrona, según el caso, y el día de la festividad se celebraba tanto por comerciantes como por vecinos. En la actualidad, festejar los diferentes patronazgos es una costumbre prácticamente desaparecida.
Curiosidades de las Siete Calles -San Lorenzo – Barrenkale
No obstante, todavía se conservan en algunas de las calles, como mudos testigos, algunas imágenes que recuerdan aquellos patronazgos.
Seguramente, la más conocida sea La Trinidad en ArteKale, famosa por el farol que la alumbra ¿Quién no ha oído hablar del Farol de Artekale? Si es hasta motivo de bilbainadas…
Sin embargo, aún quedan otros. La Magdalenaes la patrona de Belostikale y su imagen se conserva frente a la calle, en los arcos del pórtico de la Catedral de Santiago, protegida por una potente hornacina.
También en Barrenkale se conserva en una original hornacina acristalada la imagen de San Lorenzo y la Virgen de Begoña en Barrenkale Barrena.
Santa Ana era la patrona de Carnicería Vieja y su imagen estaba en el número 15 de la calle, donde la colocaron en 1878. Probablemente, allí estuvo hasta que la retiraron durante las obras de rehabilitación que se llevaron a cabo en el edificio en 1984. En la actualidad solo podemos imaginar su ubicación, casi en la esquina con el cantón, a la altura del primer piso.
No obstante, esta tradición no era privativa de las Siete Calles y también podemos encontrar imágenes del santoral en otras calles antiguas de Bilbao. Así sucede en la calle La Torre, en La Ribera o en Sombrerería, en La Ronda, Bilbao la Vieja e incluso en Solokoetxe. Y seguramente habrá más que se me olvidan.
El primer mercado mayorista de frutas y verduras
Curiosidades de las Siete Calles – Calle Ronda
Aunque la calle Ronda no pertenece estrictamente a las Siete Calles, lo cierto es que su vida ha estado siempre muy vinculada a la de ellas. La actividad del comercio minorista en ella es menor que en las otras calles, ya que no ha recibido la misma herencia. Y es que, hasta la creación, en el año 1971, del Mercado Central Mayorista de Mercabilbao, en la calle Ronda se centralizaba el mercado mayorista de frutas y verduras de Bilbao. Todavía se puede adivinar la actividad pasada si nos fijamos en la tipología de las lonjas y locales que hay en la actualidad.
El último edificio de las Siete Calles
La primera impresión que uno tiene paseando por las Siete Calles es que los edificios que hay en ellas tienen ser muy antiguos. Sin embargo, la realidad es que si bien una gran mayoría son del siglo XIX o principios del XX, existe una importante cantidad de edificios con no más de 20 años. Así sucede en Tendería, donde he podido contar hasta 5 edificios construidos en las últimas décadas de la pasada centuria. También en otras calles, como Carnicería Vieja, Artekale o Somera nos encontramos con edificios de la misma época. No obstante, la verdad es que no he encontrado ninguno edificado en el siglo XXI .El más reciente, si no me equivoco, está en el número 2 de Barrenkale, construido en el límite del pasado siglo, en el año 2000.
La verdad es que estas casas pasan bastante desapercibidas si no levantas un poco la vista y te fijas en ellas, lo que habla bastante bien del cuidado con el que se han construido, respetando el entorno. Hay que decir que en algunas ocasiones resulta algo difícil identificarlas. Te propongo que des una vuelta entre calles, a ver cuántas descubres.
En Bilbao, la primera venta en Kilogramos se hizo en Belostikale
Pudiera pensarse que la venta en kilogramos es algo muy antiguo, pero lo cierto es que es relativamente reciente y todavía hoy se puede escuchar en Bilbao a algunas personas utilizar las libras para pedir en la carnicería o pescadería. La implantación del sistema métrico decimal en España se remonta a finales del siglo XIX, aunque en Bilbao, debido seguramente a la fuerte influencia británica que ha tenido la villa desde antiguo, todavía a mediados del siglo XX eran muy habituales y frecuentes las compraventas en libras.
Y esto a pesar de contar en el botxo con un adelantado a su tiempo que, a mediados del XIX, ya pretendía implantar aquí el moderno sistema de pesas y medidas. Me refiero a D. Vicente Amat quien, a través de su negocio de venta de patatas en la lonja del Palacio Arana de la calle Belostikale, hizo ímprobos esfuerzos para su precoz implantación en su ciudad natal. Para ser justos, hay que decir que con escasos resultados positivos y, además, conviene resaltar que el hombre regentaba a la vez un negocio de venta de pesas y validación del nuevo sistema de pesaje.
Así que ya sabes, la próxima vez que pases por delante del Palacio Arana , acuérdate de este hombre que tanto luchó por la modernización de aquel Bilbao decimonónico.
El punto más bajo de las Siete Calles
Caminando por las Siete Calles es difícil percatarse del diferente nivel de altura que tienen las calles comparadas entre si, así como entre los diferentes tramos dentro de cada una de ellas.
Sin embargo, existen algunos fenómenos que nos informan explícitamente sobre estas diferencias. Uno de ellos es el agua. Efectivamente, sabemos cuál es el punto más bajo del Casco Viejo porque en aquellos momentos en que la ría alcanza niveles alarmantes, es el primer lugar por el que el agua se rebosa.
Este sitio es el tramo de la calle Tendería que va desde la calle Correo hasta el Portal de Zamudio. Hace ya muchos años que no tenemos oportunidad de corroborar este fenómeno y esperemos que no tengamos la oportunidad de hacerlo nunca más.
Portada del libro de próxima aparición en el que se incluye este relato.
La decisión
Aquella Mañana Juanjo tomo una decisión. Ya no esperaba nada de la vida y decidió el suicidio, pero antes de eso se iba a pegar la “Fiesta Padre” y después se arrojaría a la Ria de Bilbao. Salió camino del Banco y sacó medio millón de pesetas y regreso a casa. Escribió una nota diciendo que se suicidaba porque su vida no tenía razón de existir y porque la vida no se había portado bien con él y lo desgraciado y deprimido que se sentía. Había perdido el trabajo hacía dos años y no conseguía encontrar otro. Ya era mayor para trabajar y demasiado joven para jubilarse. Su mujer lo había abandonado precisamente por ese motivo y otros relacionados y derivados de la falta de recursos económicos. La convivencia en esa situación se hace difícil. Muchos matrimonios se deshicieron con la llegada de la crisis económica que asoló a todo el país Vasco sobre todo en los 80´s. Una autentica desgracia y tragedia para muchas familias sobre todo teniendo hijos, como Juanjo que tenía una niña de cuatro años.
Después de acabar la nota se preparó un cubata de Santa Teresa y miro algunos papeles para dejar las cosas ordenadas para cuando vinieran a casa a buscarle por su desaparición, se bebió la copa y se metió a la cama Durmió hasta las siete de la tarde se levantó y se vistió tranquilamente con su mejor ropa roquera, que consistía en un pantalón vaquero negro y una camiseta negra con el anagrama de Los Ramones. Se calzó unas botas también negras, se acicaló y salió a la calle.
Deambulando por las Siete Calles
Bajó al Casco Viejo y le compro al Moro conocido como “El Guapo de Somera” un talego de 100 gramos de hachís y luego a otro camello 10 gramos de Cocaína y se fue al bar Javier de Barrenkale a tomar algo. Invito a toda la taberna a las consumiciones que quisieran y le preguntaron si estaba celebrando algo. El contesto que si, que esa noche se iba a librar de todos sus males. La gente y el tabernero no entendieron nada, pues ya estaban acostumbrados a esas salidas extrañas y a veces irónicas de Juanjo.
Hizo unos cuantos porros y los fue distribuyendo por la taberna a todos los conocidos, un amigo marroquí del Rif llamado Mustapha “Alias el Pirata” le comento.
– ¡Joder Juanjo estas hoy que te sales!
– ¡Bah, no será para tanto! Contesto Juanjo.
Siguieron bebiendo y fumando y Juanjo se fue al water a meterse una raya de cocaína. Pago todas las consumiciones al tabernero y se marchó a otro bar. Llego hasta el bar Txakurtto de la calle del Perro. Lo llaman así porque al final de la calle hay una fuente con tres cabezas de León y cuando lo estaban construyendo alguien dijo que aquello parecía un perro en vez de un León y desde entonces ha sido la calle del Perro en el Casco Viejo bilbaíno. Pidió un cubata a Pilar la tabernera y estuvo charlando con ella contándole su secreto que nunca se atrevió a decirle. Ella era su amor platónico y cuando fueron jóvenes estuvo enamorado y que nunca se lo dijo porque era una mujer de mucho carácter y siempre creyó que aquella mujer no era para él.
El bar comenzó a llenarse de gente para picar los buenos pintxos que siempre prepara Pilar y dejaron de hablar, se bebió la copa y se despidió de la tabernera con un ¡Hasta Siempre! Ya eran las diez de la noche y decidió ir a cenar, dudó un poco pero al final eligió ir al Restaurante Iñakiren Taberna de la calle Barrenkale Barrena y subió al comedor. Pidió una sopa de Pescado y un Rape al Horno, de postre una Cuajada y un Café, pago la cuenta e hizo bromas con la cocinera, Después se fue al Pub Lasai de la calle Ronda, donde su amigo Murphy, y le pidió un cubata. Se hizo un porro y lo compartió con el barman, pasaron un rato largo charlando de la vida y arreglando el mundo mientras iba tomando más cubatas. Marchó al water a meterse otra raya de Cocaína y echó una meada larga mientras miraba la pared y pensaba por dónde se iba a tirar a la ría de Bilbao, si por el Ayuntamiento o el puente de la Salve, ésta opción le pareció mejor, pues había mas altura y posiblemente se muriera antes de llegar al agua.
Salió del Lasai y se dirigió al Gaueko, un bar que estaba en la calle Ronda, el otro extremo de las Siete Calles que era como el Rockola de Madrid, un Bar legendario del rock en Bilbao que se hizo muy famoso por sus conciertos de gran nivel con grupos locales y de otras zonas. Esa noche había Jam session con la Papa Blues Band y seguramente haría algunas canciones con la guitarra de Yves el francés.
Después de saludar a los músicos se acercó a la barra y pidió una botella de whisky de Bourbon y un vaso con hielo, saludó al Jefe de la sala que también era músico como él. Se sentó en una esquina y se hizo otro porro mientras iba viendo tocar a la Papa Blues Band en el escenario. Saludo a un grupo de ingleses que siempre estaban allí y que pertenecían al grupo Blue Fevers y que participaban en la Jam session casi siempre. Fue bebiéndose la botella de Bourbon y llego la hora de la participación del público y subió al escenario, el francés le cedió la guitarra y se puso a cantar una canción de blues lento que la tocaba mucho Eric Clapton llamado «Have You Ever Loved a Woman» y mientras lo cantaba se le iban humedeciendo los ojos, estaba recordando a una mujer que amó cuando era joven y a la que no iba a volver a ver más. Siguió bebiendo, fumando y metiéndose rayas de Cocaína por la nariz. Ya estaba completamente borracho pero se mantenía en pie por efecto de las drogas, llegaron las cuatro de la madrugada y salió del local dirigiéndose al bar Café de la Villa en la misma calle y siguió bebiendo, drogándose y despidiéndose de la camarera del bar (Con la que quedaba algunas noches para irse de juerga los dos). Le dijo adiós mil veces, totalmente borracho y meloso, la camarera lo aguantaba porque le conocía y sabia un poco de su vida, pero ese día estaba bastante pesado. Un cliente que no entendía mucho de aquello se metió por el medio para separarle del borracho y le amenazó. Juanjo, ni corto ni perezoso, al mismo momento le dio un puñetazo en la boca y el otro cayó desplomado. El que cayó era un catalán que tenía fama de robar carteras y que más tarde moriría de SIDA.
La camarera se enfado con él y le dijo que se fuera y Juanjo le respondió que sí que se iba y que no la volvería a ver jamás. La camarera le mióo con cara de resignación.
El momento crucial
Juanjo se acercó a la parada de taxis de la Iglesia San Antón y se montó en uno. Le indicó la dirección del número dos de Alameda de Rekalde y se bajo, siguió andando y se dirigió al puente de la Salve, al punto más alto. Se quedo mirando un instante al río que estaba con marea baja y pensó que eso era mejor que con la marea alta podría frenar la caída y no morirse, se sentó al lado de la barandilla y se hizo un porro .
Mientras fumaba miraba las luces de la ciudad y pensaba que aquél era su último porro de hachís. Pensó en su vida lo alegre que fue en su juventud y lo desgraciado que era ahora, era un hombre sin futuro, fracasado, estaba completamente sólo en su interior y exteriormente sin nadie a quien amar por las noches. Pasaron por su mente los errores cometidos en su vida, lo irresponsable que fue algunas veces, el no haberse preparado lo suficientemente para el futuro. Pero era un producto del Franquismo, había gastado su juventud comprometiéndose demasiado como activista político, se jugó la vida en manifestaciones, arrojando propaganda, colocando pancartas, peleando en las barricadas, detenido más de cien veces y más tarde encarcelado y torturado. Y ¿ahora qué? Los políticos habían traicionado todo en lo que creyó entonces. Era nieto de los que perdieron la guerra y estaba influenciado de toda la ideología aprendida en casa y en la calle. Tenía que haber seguido siendo músico pensó al final, no haber abandonado nunca lo que era su vocación y haber estudiado todo lo posible para ser un buen guitarrista, pero tampoco tuvo un apoyo expreso de sus progenitores que deseaban otras cosas de sus hijos y ser músico era una mala carrera, la pobreza estaba asegurada ¡Pobreza! Se dijo en su interior ¡Mas pobre que ahora no seré nunca! El último porro le subió por toda la cabeza. Apenas sentía el cuerpo y podía levantarse del suelo poco a poco. Se colocó en la barandilla para tirarse.
Se sentó a medias con un pie en un lado y el otro fuera de la barandilla, miró a su alrededor como para despedirse de Bilbao y de la Vida y cerró los ojos, fue soltándose lentamente y escucho una voz fuerte que decía ¡Aita! Se agarró de nuevo a la barandilla y se quedó casi en blanco totalmente confuso y obnubilado. Miró alrededor y se volvió de nuevo a sentar encima de la acera del puente. Comenzó a llorar fuerte y angustiadamente,
– ¡Ay lo que he ido a hacer! se decía.
– ¡Hija mía¡ mientras lloraba amargamente viendo la imagen frágil de su pequeña hija. Una emoción surgía de su alma: era la Ternura mas grande que había sentido nunca ¡Su hija! ¡Su tesoro más preciado! Seguro que le necesitaría. No podía abandonar a aquella niña.
El mangui
Pasó algunas horas sentado en la acera del puente, los efectos de las drogas y el alcohol se fueron disipando. Se incorporó y tomó el ascensor del puente para bajar al otro lado de la ria y andando por la orilla derecha se le acerco un tipo con mala pinta que estuvo medio oculto detrás de uno de los árboles del paseo ¡Ya estamos! exclamo Juanjo, Sabía que quería darle el palo. La actitud del tipo le delataba y Juanjo sabía mucho de la calle. Antes de que el tipo dijera nada, le arreó un puñetazo y varias patadas. Lo enganchó con ambas manos y lo tiró a la ría y siguió caminando, oyendo los gritos de auxilio de aquel tipo, mientras pensaba ¡Otra mierda menos en Bilbao!. Llegó hasta el parque del Arenal bilbaíno. Estaba cansado por el alcohol y la tensión acumulada de su intento de suicidio y aquella pelea y se sentó en un banco. Se fumó un cigarro y se quedó pensativo. Iba a hacer la locura criminal más grande que se puede hacer: abandonar a una chiquilla pequeña y dejarla sin padre que tanto la amaba y la niña también como le quería. Un supuesto mangui pagó las consecuencias esa noche, nunca supo si aquel individuo murió porque en la prensa del día siguiente no apareció ninguna noticia sobre el tipo. Comenzó a recordar cuando era una bebé y los paseos por el Casco Viejo los domingos con ella, iban a comer pintxos de txampiñon a Somera y de bacalao en la calle Santa María en el bar Gatz, también a intercambiar cromos de una colección y comprar piedras minerales a la Plaza Nueva.
Juanjo sonreía viendo esas imágenes. Pensó que tenía que resistir como fuera por la niña y sobrevivir para verla crecer. Encendió otro cigarro y esperó a fumárselo para ir a casa. En ese momento se levantó una niebla espesa sobre el parque. Juanjo no había visto una niebla como aquella en el Arenal en toda la vida, era blanca, espesa y rara.
Un encuentro inesperado
Había un silencio y una calma especial, sintió como que aquello se transformaba en otro mundo, otra época. Las luces del parque se veían raras y la Iglesia de San Nicolás sobresalía por la niebla fantasmagóricamente. Juanjo no salía del asombro. El sonido de las distintas fuentes del Arenal parecían voces. Se escuchaba también algún sonido de aleteos de aves y algún canto de los Mirlos. No se atrevía a moverse de allí. Estaba medio asustado y a la vez feliz de aquella sensación. Estaba viviendo un momento casi mágico y pensó que a lo mejor sería por los efectos de las drogas que aún no se le había pasado y que estaba alucinando. Divisó una sombra que se le acercaba y se puso en guardia. La sombra, al reflejo de una luz, daba un aspecto de miedo y siniestritud y Juanjo pensó que a lo mejor se estaba muriendo allí mismo y aquella figura era La Parka. Entró en un estado de angustia y se levantó de un salto, pero la sombra le habló:
Plaza de Arriquibar – Foto Gotzon Monasterio
-¡No te asustes hijo! Le dijo mientras se acercaba. Juanjo vio a una mujer con aspecto de vagabunda que llevaba unas bolsas en la mano y a su lado había un perrito de raza callejera muy asustado. La señora se sentó en el banco y Juanjo hizo lo mismo y se quedo observándola. La señora tenía una cara bella y unos ojos hermosos pero con aspecto de cansancio, sus cabellos eran rubios y parecía que tenía buen talle aunque con toda la ropa que llevaba no parecía. La señora también le observaba, el perrito se puso debajo del banco acurrucado a los pies de la señora. Ésta dejó los bultos y después se estuvo colocando bien la ropa, sacó un ovillo de lana y unas agujas de hacer ganchillo y siguió trabajando una especie de gorra de lana, Juanjo la miraba asombrado. La señora miró hacia el cielo y exclamó:
-Pronto pasara ésta niebla y hará un buen día, y luego miró a Juanjo y preguntó:
– ¿Que haces aquí?
– Estar, contestó Juanjo.
– Pareces un borracho, le dijo la señora
– Si, pero se me esta pasando, contestó él.
– ¿Y por qué has bebido?, le preguntó ella.
– Problemas de la vida, dijo él.
– ¿Qué sacas con beber? Con eso no sacas nada en limpio. Lo que tienes que hacer es enfrentarte a tus problemas, dijo ella.
– Ya lo sé, contestó Juanjo. Y se puso a hablar comentándole la locura que estuvo a punto de cometer aquella noche, cómo escucho la voz de su hija y que eso le salvo de la muerte. Le contó que no tenía trabajo ni esperanzas de encontrarlo, que la situación del empleo estaba muy mal y que intentó buscar otro tipo de empleo. Que hizo cursillos, pero que por edad no le empleaba nadie en ningún sitio y que tiraba la toalla.
La señora le contó que ella también había pasado por esa situación, aunque era distinta, ella había sido una actriz famosa de Bilbao y que por amor a un hombre se buscó la ruina, que el hombre la dejó y se casó con otra y que ella todavía estaba loca por él. Le iba a ver todos los días a su trabajo, que estaba en el parque de la Plaza Arriquibar y que ahora la llamaban la loca de Arriquibar. Estuvieron un rato largo charlando y Juanjo se quedó dormido.
Se despertó con el sonido de una trompeta, era un Rumano que estaba en el Puente del arenal y que tocaba un boggie de Louis Amstrong. Era el «Go marchining».. Juanjo miró a su alrededor y vió el parque del Arenal como siempre lo había visto todos los días. La señora ya no estaba y pensó que quizá estuvo soñando, pues la loca de Arriquibar había muerto hace tiempo.
El desenlace
Fue a levantarse y se encontró a su lado un periódico, lo cogió para llevárselo y observo que era el diario El Correo, abierto justo en la zona de anuncios de empleo, Leyó en letras grandes un anuncio que decía: “Se necesita encargado para establecimiento Hostelero en el Casco Viejo, se precisa experiencia, dotes de mando y amplios conocimientos de música. Interesados llamar para entrevista” ¡No se lo podía creer! Él era todo eso, miró la fecha y vió que era de ese mismo día. Se levantó y caminó hasta la Plaza de Don Diego López de Haro y entró en una Cafetería llamada Colavidas en la calle Hurtado de Amézaga para llamar por teléfono, el barman le miró un poco raro pues tenía un aspecto sucio y de vagabundo. Juanjo llamó por la cabina del bar y quedo a las ocho de la tarde para la entrevista, después marchó a casa, durmió hasta las seis de la tarde, se duchó y se puso ropa limpia y se presentó a la cita. A la mañana siguiente, le llamaron para decirle que él puesto era suyo.
Un día que pasé por allí a tomar un café, me lo encontré y me contó lo que le había pasado ¡Había sucedido un milagro!
Durante ésta época, 1975, muere el dictador Franco y comienzan a darse cambios importantes en la política del país con la reforma “Transición” de Adolfo Suarez:.
Bares míticos de Bilbao – Carnavales de Bilbao en los años 70
Durante el año 1976 comenzaron las primeras manifestaciones Proamnistia. El 4 de enero de ese año tienen lugar sendas manifestaciones en Bilbao y San Sebastián. Estas manifestaciones siguieron sucediéndose durante todo el año. No recuerdo la fecha exacta pero una serie de gente nos encerramos en Huelga de Hambre en la Iglesia de San Antón. Este acto fue bastante sonado, sobre todo en la prensa internacional. Vino hasta la BBC de Londres a filmar el encierro. Fueron tres días intensos de preparación de comunicados, debates, y vinieron al tercer día los exiliados que habían regresado –no todos/as- a apoyarnos. Sólo bebíamos agua con azúcar. Durante el encierro conocí a la Maci, la dueña del bar Modesto de la calle Barrenkale y casualmente hablando necesitaba la ayuda de alguien para los fines de semana en el bar y me ofrecí a trabajar a cambio de que me enseñase a trabajar la hostelería. Después de acabar todas aquellas movilizaciones comencé a trabajar en su bar
Bares míticos de Bilbao – El Gaueko y el Muga
Continúo con un breve extracto de mi libro «Doctor Blues-Memorias autobiográficas». A la venta en AMAZON
“En la calle Barrenkale y alrededores como los bares de Barrenkale Barrena y adyacentes pero sobre todo en esta calle concreta de Barrenkale había algunas taskas antiguas con mucha personalidad; El Modesto que estaba regida por Pili la Maci (Maciza) luego estaba el Jonás donde los pintxos de tortilla de hace una semana te saludaban y todo, la tasca de Pepe con la barra inclinada hacia debajo y si pedías un Mosto se mosqueaba y te mandaba a tomar por el ano diciéndote «Los Enfermos que vayan a la calle» Si pedías clarete te mezclaba el tinto y el blanco. Ahora este bar es el Epelde antes era el Akatz que estaba regido por Manolo el del Lasai y família. También recordaremos el Antíguo Luciano hoy es el Txomin Barullo y el Sollube donde trabajaban la abuela, la madre y dos hijos unos de ellos llamado Pachito
Después abrieron el Kaskagorri con pintxos de tipo Gipuzkoano, el bar Vicente y el Gure Txoko ya existían de antes, y mas tarde el Kaixo donde ponían patatas, hamburguesas y demás cosas de comer pero de origen de carnicería local, ahí trabaje de extra los fines de semana durante unos 4 años estaba también el Javier y con el tiempo algunos fueron desapareciendo como el Jonás y transformándose en garitos de rock. En Barrenkale Barrena era típico el Saibigain y el Kirru donde hasta hace poco ponían unas patatas cocidas al ajillo que estaban espectaculares y el Iñakiren Taberna. Anterior a los locales nuevos en ese tiempo intermedio se abrió el primér Pub que se llamaba Kottis y era de ambiente Gay, pero entraba todo el mundo y hacían sesiones de copla y farándula, después el Kaskagorri se convirtió en Pub, abrieron el Katuzaharra que es un bar emblemático del rock de Barrenkale y con el tiempo se abrió la Chufa que era el bar de la Otxoa un artista de la farándula bilbaína que se hizo famoso con el Libérate en las fiestas de Bilbao y desde entonces es el himno de los Gays.
Bares míticos de Bilbao – Gotzon a la entrada del Gaueko – Foto actual
El Gaueko ya estaba abierto sobre el 75 aproximadamente y seguido a este todos los demás pubs de todo el Casco Viejo. Todo era rockandrol excepto la Chufa que era de ambiente Gay y pequeñoburgués. Después de irse mi amigo de correrías Kike Turmix a Madrid en el 78 comencé a trabajar en el Pub Gaueko de Bilbao que fue como Rockola de Madrid, un templo del Rock y centro de toda la movida bilbaína.
El Gaueko había sido al principio un almacén de frutas y tenía varios pisos aunque se habilitó sólo la primera planta para poner el bar, Detrás de los Wáteres estaba un ascensor montacargas tapado por la pared y arriba estaban las cámaras donde antiguamente se guardaba la fruta. Toda la calle había estado lleno de almacenes de éste tipo que luego se fueron a Mercabilbao. Recuerdo de joven venir a trabajar a descargar cajas para ganar unas pesetas durante los fines de semana. Podías ganar entre quinientas y mil pesetas de las de entonces y te llegaba para el resto de la semana para gastar en lo que quisieras. Después fue la sede de la comparsa Pinpilinpauxa y más tarde sería el Gaueko.
Lo formaron entre cinco socios Alberto Elordui, que fue redactor del periódico comunista del PC Mundo Obrero, José Mari Garmendia que fue condenado en el proceso de Burgos a muerte y al final no le ejecutaron, Joseba Cardenal que de nuevo entro en prisión como miembro de E.T.A. por el asunto de la central nuclear de Lemoniz, luego no se sabe por que se hizo Testigo de Jehova, Josu Etxebarria que fue de Euskadiko Eskerra y José Ignacio Aparicio alias Kaskagorri.
Interior del Gaueko, un referente entre los bares míticos de Bilbao en los años 70-80
Al comienzo del bar sólo era una cueva con paredes blancas que sudaban y lleno de humo, había algunos adornos puestos en plan Hippie y unas luces fluorescentes de colores. Teníamos en la barra de adorno una bañera metálica con una maniquí desnuda dentro totalmente surrealista. En el lado derecho sobre la superficie de arriba estaba la pista de baile y la cabina del Discjockey. Se pinchaba música de todos los estilos; New Wave, Punk, Rock, Heavy incluso salsa y bailongo discotequero sobre todo en la segunda fase del bar cuando estaba de pinchadiscos Felipe.
El mejor iscjockey que hubo sin duda fue el Titi que era un fenómeno de la música. Arriba del Gaueko estaba el Txokolanda que era un local de EHGAM – Euskal Herriko Gay Mugimendua y hoy es un Gaztetxe de gente alternativa, los fines de semana se hacían fiesta y bailongo. El núcleo de la movida del Casco era sobre todo el Gaueko, después el Muga antíguo Mikeldi que ya era mítico y famosos sus fines de semana cuando la polícia nacional franquista hacia redadas y sacaban a todos/as los/as clientes/as a la calle a identificarse contra la pared. Durante la gestión de Juan Carlos el binómio Muga-Gaueko era inpescindibles los fines de semana en la zona y entre semana también, después el Café Teatro de la Villa y en el 84 el Pub Lasai todos en la calle Ronda y el Giorgia de la calle Somera -hoy es el K2-donde trabaje dos años hasta la llegada de las inundaciones de Bilbao 1983. En éste núcleo se movía mucha gente de todo tipo.
El Muga, otro de los bares míticos de Bilbao que, a día de hoy, tras la jubilación de su último propietario, está sufriendo profundas reformas
En esa época había buen ambiente y buen rollo entre la gente. Nos conocíamos todos/as de la calle y de muchas batallas de la época de franco en las peleas contra los Grises y prácticamente bajar al Casco Viejo era casi como estar en Familia y trabajando en la Hostelería aún más por que muchos/as eran tu clientela.
Eso también te daba ventaja de comunicarte con diferentes grupos de gente y también en el ámbito del ligue te era más fácil como ocurre siempre entre los camareros/as»
La metamorfosis. El ocaso de aquellos bares míticos de Bilbao
Sigo con otro extracto, ahora del libro: «Crónicas Antiurbanas de un Anarquista Cósmico» de Gotzon Monasterio. A la venta en AMAZON
«Después de las inundaciones el Casco Viejo cambio bastante en su esencia, algunos comercios y bares no pudieron abrir por falta de presupuesto como paso en el Pub Giorgia de Somera El ambiente también se enrareció bastante y sobre todo con la llegada de las hordas del botellón que invadieron Barrenkale y alrededores. También influyeron mucho que los fines de semana siempre había alguna manifestación por algún motivo diferente y se liaban batallas gordas, esta vez con la nueva policía vasca o Hertzantza. Mucha gente habitual del Casco Viejo ya no bajaba los fines de semana; algunos por que abandonaron la vida bohemia y otros por que ya se iban haciendo mayores. Ya no existían cuadrillas de Txikiteros –ahora quedan algunos restos de gente mayor y otros que han creado moda de cantar de nuevo en tabernas- como antaño, la gente se apalancaba en las Terrazas al igual que ahora y se marchaban a una hora prudencial los que no se quedaban hasta la noche. El mundo de las copas y bares nocturnos también cambio y ha cambiado; principalmente por que las copas en los bares normales son más baratas que en los pubs. Mucho pijo y pija comenzaron a asomar sus narices por allí, ajenos a la forma de ser de la gente “Auténtica” del Casco Viejo y su vida bohemia. Algunos discobares contribuyeron a ello también con un publico macarra y pastillero que se apalancaban toda la noche dentro o fuera de la discoteca y molestando muchas veces al vecindario con los excesivos volúmenes de una música intragable maquinera y de chuntachunta, mas el jaleo en la calle de niñatos puestos hasta el culo de drogas sintéticas que se pegaban en la calle. Durante la “Época Bohemia” – antes de la muerte de Franco e inundaciones-, hubo muchos personajes Txirenes antes del 74 como el difunto Madriles, aquél vagabundo de la carretilla con cartones del que se contaba que era un excéntrico millonario o que en la época de la república fue diputado en Madrid, se contaban muchas historias extrañas, murió ahogado en las inundaciones, dormía en la Taberna de Txomin Barullo y no pudo escapar de aquella trampa también gente como el Gus el grandullón, Eusebio Lakaba, Un Sereno que nunca supe su nombre y guardaba las calles con una porra enorme Kike Turmix que murió en Madrid pero fue todo un personaje en Bilbao. El mismo Hormaetxe, viejo marinero apegado a los típicos vicios de la vida golfa, con él trabaje un año en el bar y cuando llegaron las primeras Fiestas de Bilbao-Astenagusia, nos quedamos sin material en un día, tuvimos que cerrar el bar durante el resto de la semana el cojonazos de él había hecho una previsión ridícula de lo que íbamos a necesitar de acopio para el bar, Había también un elemento que era de Dima-Bizkaia llamado Turulo que era lo más parecido a un Cromagnon escapado de las cuevas de Baltzola-Dima, bruto y aun sin pulir, uno al que le llamaban DURRUTI (Alberto) que vino del exilio y contaba de que estuvo en las filas con el mismo Durruti, éste y yo vendíamos material anarquista en un puestecito que improvisábamos en el Arenal, con banderas anarquistas, éramos del sindicato de la CNT y nos ocupábamos de todo lo relacionado con la propaganda y prensa, Txema el del Zulo un clásico personaje de la noche, Maitetxu la mayor, Juanín el artista, Maite que fue militante de ETA, Txiflis que los fines de semana terminaba vistiendo la ropa de su hermana y salía a potear de esa guisa. Papabilly que hasta los 70 siempre vestía de Kaiku y Txapela y luego iba siempre de rockero, Mikeltxo el de Bilbo Hiria, gente muy entrañable y mucha más que hay para nombrar y recordar, la lista sería interminable.
Calle Barrenkale, donde se concentraban muchos de los bares míticos de Bilbao. Foto actual
Hoy apenas quedamos unos cuantos de aquella generación de los que trabajamos en el Casco Viejo de hosteleros, aquella gente que hacíamos barrikadas en la calle contra Franco, que bebíamos juntos y que durante años pasamos muchas horas en el Casco Viejo. Unos muertos por enfermedades graves, otros/as por edad, otros/as por que se fueron a vivir a otros lugares. Yo deje la hostelería en 1990 y me dediqué a lo mío que fue tocar en mis bandas distintas de música de rock y blues. Durante mi época de tabernero fui un militante anarquista formando parte de la revista libertaria ASKATASUNA, pero esa es otra historia»
A pesar de lo que se diga, el Casco Viejo de hoy es una calcamonía, más bien tirando a cutre, de lo que fue antes del 75. Han desaparecido muchos comercios de toda la vida y sustituidos por tiendas de chinos, Tiendas de franquicias que venden barato y pagan malos sueldos a sus empleados/as y condiciones de trabajo precarios. Hay bares que van de modernos y de pinchos de diseño, pero no tienen la calidez y el encanto de las tabernas de siempre que están abocadas a cerrarse. Apenas conoces a los dueños de los negocios, cuando antes casi siempre podías hablar y cotillear de cosas del barrio y de otras más trascendentes y filosóficas de la vida, como con Antxón el del bar Javier y Juan que trabajaba en el Txomin Barullo, Fernando el del Bar Morga en la calle Somera, etc…
Hoy en día sólo veo “Cosificación» del Casco Viejo como objeto sólo de negocio y no un espacio para vivir. Últimamente creo que hay un movimiento contra la “Gentrificación” del barrio, que lo quieren vaciar de vecinos para convertir todas las casas antiguas en pisos de turismo, echando a la calle de una manera solapada a sus habitantes.
La mayoría de los “barman” que hay ahora y que mayoritariamente es gente joven son, como se decía antes, unos sinsorgos/as, sosos/as, bordes y antipáticos/as. Muchos son de escuela de hostelería, pero creo que lo de las relaciones públicas y la amabilidad, así como la elegancia al servir, se ha debido de perder por la prisa y porque ahora la hostelería no es otra cosa que negocio puro y duro. Muchas empresas han abierto bares en el casco viejo sin ser ellos mismos hosteleros, salvo algunas excepciones. Para mí que sólo se trata de inversionistas que tratan de dar rentabilidad a su dinero. Y no quiero malpensando creer que no haya algo más raro detrás. No, realmente éste no es mi barrio donde yo pasé casi mi adolescencia, juventud y ahora mi camino a la madurez. Ya no me identifico con el Casco Viejo, esto no es Bilbao, es otra cosa.
Muelle Marzana y Mercado de La Ribera / Casco Viejo de Bilbao
El Mercado de la Ribera
Ya de niño, con unos 8 años, acompañaba a mi madre al Casco Viejo de Bilbao, cuando no tenía escuela ese día. Ya era para compras en el Mercado de la Ribera, donde mi madre se abastecía de verduras, siempre discutiendo el precio con las aldeanas que bajaban de los baserris de los pueblos de alrededor con sus productos. Y también de otros productos como carne o pescado; y también aceite a granel que, a través de una máquina de bombear, te rellenaban las botellas de vidrio que llevabas expreso para ello –el plástico no existía- Y, además, todas las mujeres llevaban un bolso grande donde iban las compras, y tenias que andar ojo avizor por si algún/a raterillo/a te metía mano dentro. Recuerdo que delante de la entrada principal del Mercado, enfrente en los Arcos, había un puesto de una señora que vendía dulces hechos artesanalmente, tipo tostadas, a las que mi madre llamaba Brevas. Había algo más también que vendía, pero no recuerdo que tipo de pastel era lo otro También íbamos, sobre todo los fines de semana, a los comercios de Tendería, calle Correo y otros, bien fuese por ropa para nosotros, complementos y materiales de costura que comprábamos en las mercerías.
El Mercado de la Ribera, en realidad, sólo ha cambiado en su forma decorativa después de la reforma hecha hace unos años. Hay menos puestos de venta, pero se ha habilitado una zona de pequeñas barras hosteleras, donde cada uno exhibe sus productos especializados de diferentes pintxos, que se pueden degustar allí mismo y sentados en una mesa. Hacia la ria se ha habilitado una terraza donde los veranos paso algunas tardes contemplando el paso del agua y mirando los viejos edificios de Bilbao la Vieja y el puente de San Antón a un costado y los demás al frente, evocando un “Paisaje” romántico e intemporal que te abstrae a una melancolía dulce de bienestar bastante bucólica, mientras tomo alguna delicia de los hosteleros de dentro, que son muchos/as.
Los clubs de montaña
Otro de los recuerdos que vienen a mi mente son de alrededor de los 12 años, cuando bajaba con mi hermano a un club de montaña que su sede estaba ubicada en los locales “eclesiásticos” de la iglesia de los Santos Juanes. El club se llamaba ATERPE ALAI y allí se reunían jóvenes montañeros de ideología nacionalista, creo que pertenecientes a EGI del PNV. Recuerdo cómo con una máquina a la que se le llamaba Vietnamita elaboraban propaganda antifascista para luego esparcirla por la zona. Más tarde, mi hermano cambio de grupo montañero y se pasó al grupo OIÑASTARRI, que era de los primeros frentes culturales de ETA, donde se daban clases de euskera clandestinos, se enseñaban danzas vascas y a tocar instrumentos musicales vascos como el Txistu, Alboka, Pandero, etc… Pero este grupo estaba en la antigua iglesia de Aneja, arriba del ayuntamiento, en Uribarri. La iglesia vasca estaba bastante implicada con los movimientos políticos y sociales de aquél tiempo. Hubo incluso Sacerdotes que fueron a prisión por esa causa y muchos conflictos con los obispos vascos y el régimen franquista.
San Antón
Otros momentos de bajar al Casco Viejo de Bilbao era cuando llegaba mi padre de la Mar, cada 10 o 15 días. Dependía de las mareas que había hecho con el barco e íbamos a la misa de San Antón a escuchar al párroco Don Claudio Gallastegui, un cura que daba mucha guerra, pues era contrario al régimen franquista y la gente mas que por adorar a Dios era por que le adoraban a él como un líder “Mesiánico”. Casi como al Ayatolá Jomeini en Irán. Después íbamos por las calles a tomar algún refresco la familia entera. Casi siempre al bar BASTE, a comer Rabas.
D. Claudio Gallastegui, párroco de la Iglesia de San Antón en el Casco Viejo de Bilbao
Hablando de la Iglesia de San Antón también recuerdo sobre el año 68, creo que era Junio, el funeral de Txabi Etxebarrieta, un funeral multitudinario donde acudieron un montón de gentes, calculo que habría alrededor de 3000 personas y allí estaban los grises (Policia Nacional Franquista) Había un montón de Land Rover aparcados sobre las aceras, unas furgonetas pequeñas y varios coches blancos conocidos como lecheras. .
Yo ni siquiera pude entrar a la iglesia, no sé ni quién oficio aquel funeral, aunque supongo que seria D. Claudio. Lo que más recuerdo eran las hostias que nos dieron los grises; nos cercaron y no podíamos casi salir de su trampa; había gente que se tiraba a la ria para salvarse de ser atropellados por la masa en los bordes del puente y tras la iglesia, otros que tiraban pistolas a la ria. Yo no sé como conseguí salir de aquella trampa. Creo que tenía unos 14 años y la altura y el estar delgadito influyó algo para escapar por patas; y además con el miedo metido en el cuerpo. Sé que corría como una liebre hacia el camino que conocía para subir a San Francisco por el próximo puente a San Antón.
En el barrio de San Francisco
Y así iban pasando los tristes y aburridos días monótonos; colegio, jugar en la calle, en el barrio San Francisco, donde aún quedaba algo de monte (íbamos mucho a la zona de San Adrián a explorar cuevas que eran las entradas de las minas. Aún alguna mina funcionaba y el trenecillo que bajaba el mineral hasta los muelles de Bilbao la Vieja, también), ir a la Catequesis, que era obligatorio antes de la comunión, subir al monte los domingos o ir con los padres a misa, hasta que llegué a los 12 años y me hice Ateo (Eso habiendo sido monaguillo con 6 y 7 años en la Quinta Parroquia) y pasé de entrar en la Iglesia.
La Palanca – c/Las Cortes- Barrio de San Francisco
Íbamos creciendo en una vida burguesa un poco a lo bruto y asilvestrados; Guerras a tiragomazos y pedradas entre barrios. A veces hasta peleas mano a mano. Comenzábamos a tener contacto con las niñas en la calle y sus picardías consiguientes, visto con malos ojos por los padres correspondientes (Algunos ya incluso planeaban parejas para sus hijos/as para un futuro, pero eran los menos) Caminábamos a la adolescencia y los que éramos mas trastos nos acercábamos a la calle Las Cortes a mirar a las prostitutas (Teníamos amigos allí, hijos de aquellas mujeres, que iban al mismo colegio).
También en lo político nos reuníamos -algunos interesados- en la Iglesia de San Rafael, al principio para charlar de política. Y de allí salio un pequeño grupo de activistas “anarquistas” en el que yo me incluía (No estábamos muy bien informados sobre el tema e íbamos un poco a nuestra bola; Haciendo panfletos sobre la libertad y alguna pancarta). Duró poco porque la gente lo empezó a dejar por miedo o por falta de interés, pero para nosotros aquella aventura era una cosa romántica y no teníamos conciencia de la peligrosidad que corríamos. Podíamos ir a prisión, como pasó con mi hermano. Hubo también un estado de excepción entre 1967 y 1971 que me detuvieron los grises por la calle y estuve varias horas en la comisaría de Indautxu, junto a más gente. Estaba cagado de miedo pues mi hermano se había exiliado hace poco. Hubo mucho movimiento político en las calles, fabricas y acciones de ETA.
La adolescencia en el Casco Viejo de Bilbao
La Plaza Unamuno
Durante éste período de la adolescencia, algunos domingos, al atardecer, bajaba por el Casco a pasear después de subir al Pagasarri, o a alguno de los montes de alrededor, como Ganekogorta, y recuerdo muchas veces que a eso de las 8 de la tarde se iban concentrando los Mendigoizales, o montañeros, ataviados con Kaiku, Txapela, Albarkas y Pantalón Mahón (El Kaiku se llevó casi hasta los años 70 como prenda de vestir, luego se cambiaron por chaquetas militares), en la estación de trenes que venían de la zona de Derio, Zamudio, etc….en la plaza Hermanos Etxebarrieta, también conocida como Plaza de Unamuno. Hoy el edificio es el Museo Etnológico. Siempre salían Txistularis a tocar y cuando la cosa estaba de lo más caldeada y enfervorizada políticamente, aparecían los Grises y salíamos todo el mundo corriendo y recibiendo porrazos.
El club de Montaña de La Catedral
La diversión de los fines de semana era casi siempre salir al monte o a algún pueblo rural. También los cines parroquiales para la gente de nuestra edad (Muchos grupos iban a hacer demostraciones de baile euskaldun y esparcir la cultura vasca por los pueblos para que no se olvidase)
Y llegaron los 15 años. Conocí a uno que era de un club de “Montaña”. Bueno, eso de montañeros era un decir –creo que al monte fuimos cuatro veces- porque aquello era una cuadrilla de moñas cristianoides que se reunían en un local. Más parecía una agencia matrimonial en miniatura que otra cosa. Me eché una novia de 18 años que duro un año, justo el tiempo que dure yo allí. Aquello pertenecía a la Catedral de Santiago y estaba ubicado en la calle Lotería, en una primera planta, que tenía dos entradas y eran dos pisos enormes unidos.
Dentro de aquel espacio era como encontrarse en un museo extraño, había armarios antiguos llenos de libros eclesiásticos, estatuas religiosas y también diversos habitáculos, unos cerrados con llave y otros abiertos para diversos usos de la parroquia. Nosotros teníamos un cuarto pequeño donde nos juntábamos casi siempre a escuchar música en un tocadiscos, tocar la guitarra, charlar y otras actividades como planificar alguna actividad para el fin de semana. En otra sala grande se hacían actividades culturales relacionadas con el euskera. Desde charlas, conferencias y algún concierto de cantautor. Allí conocí una tarde a Natxo de Felipe que fue el líder del grupo OSKORRI.
La vida sigue igual
Fuera, en la calle, la vida seguía siendo monótona y gris. Vida aburrida, burguesa, bastante provinciana y llena de represiones. Lo mismo políticas como todo lo relacionado con actos de libertad, como el sexo o el arte. No te podías salir de las normas convencionales del vestir; llevar pelo largo era de “Maricas” y te podían detener. La información de la prensa y el resto de los medios de comunicación era totalmente del régimen y la censura trabajaba a tope. Parecía que vivías una película donde se repetía todo cada día. Aquello parecía el día de la Marmota. Sólo cambiaba lo externo, la industrialización hizo mella en la clase obrera y todos creían que eran ricos; Tenían coche, casa para vivir y casa de veraneo, mientras lo principal que era la libertad y la moral seguían siendo una auténtica basura.
El Rock&Roll
La Bodeguilla de Joserra – Cantón de Artekale – Casco Viejo de Bilbao
Los de este club parroquial, de vez en cuando, tomábamos algo por el Casco Viejo, sobre todo, la mayoría de las veces, íbamos a la taberna bodeguilla de Joserra, que aun existe y esta ubicada entre dos farmacias que hacen cantón justo detrás de la catedral. Allí comíamos unos bocadillos de bonito o de anchoa y bebíamos de un botellón exclusivamente preparado con un chorro para beber al estilo de una Bota de Vino. Así íbamos llevando la adolescencia y también tomando conciencia política de izquierdas muchos de los jóvenes. Leíamos a Freud, Marx, literatura rusa y a Pío Baroja. Los que más, muchas veces íbamos a ver conciertos de «Ez dok amairu» y a conferencias sobre temas vascos que había en algunas librerías y un ateneo que existía en Abando. También frecuentábamos ambientes Hippies de Bilbao y comenzaron a surgir bares de Rock&Roll, donde íbamos a escuchar música y a beber vino clandestinamente los menores de edad.
“Después de pasar por éste club que creo que incluso no tenia nombre comencé mi Carrera como músico en una banda llamada LOS ONICES durante dos años tocábamos por las discotecas de Bilbao y toda Bizkaia, comenzamos ensayando en el antiguo colegio de Corazón de María que estaba en la plaza que da nombre al mismo colegio y desde allí nos fuimos expandiendo hasta alcanzar cierta fama como banda. Actuábamos bastante, casi podíamos vivir de ello.
Mientras tanto visitaba un club que estaba arriba de las dependencias parroquiales de la iglesia de San Nicolás y prácticamente hacíamos lo mismo que en el anterior sitio, estar en el bar, cantar, tocar la guitarra, hacer guateques y alguna que otra vez escuchar a algún conferenciante que venía a dar alguna charla interesante. Muchas veces salíamos por la Plaza Nueva al café Bilbao y alguno más.
La Plaza Nueva antes de su remodelación – Casco Viejo de Bilbao
La plaza no era igual que ahora, Había palmeras y en el centro existía un quiosco que desapareció cuando debajo comenzaron a hacer las obras del aparcamiento. No existía la aglomeración de bares que hay ahora ni existían las terrazas, en realidad era más triste y desangelada y apenas había vida en ella excepto los niños a las mañanas que pertenecían al colegio de los Maristas que luego se traslado a la calle Iturribide y los fines de semana los niños que estaban con sus padres y abuelos. De vez en cuando se veían cuadrillas de estudiantes y obreros/as poteando por los bares.
También Iturribide comenzó a tener más ambiente también llamada La Senda de los Elefantes por que siempre terminabas con trompa. Los bares tenían un disc-box de esos que hechas una moneda y sonaba un disco y allí nos juntábamos todo el mundo del rock and roll, íbamos a comer tigres los sábados y domingos a las mañanas al bar los Molinos y a comer unos pinchos morunos en una taska que estaba al principio de la calle que ya no existe y a la tarde a potear por el barrio y ligar si se podía.
Íbamos también al bar las Campanas que ahora se llama Ikatz o al Naikari un bar de buenos pintxos donde íbamos los euskaldunes (Vascohablantes) Ahí conocí a Fitxi que años más tarde vendía Quisquillas y Caracolillos en Barrenkale al lado del bar Ander y cuando hacíamos gaupasa (Quedarnos de juerga toda la noche) comprábamos pan en una fábrica panadería que estaba junto al comienzo de la calle Fica para desayunar.
Iturribide sigue siendo aun una calle rockera con muchos bares Heavyes y algunas Taskas, unos años después comenzamos a ir por Barrenkale y las calles de su entorno que al principio estaba lleno de Txikiteros que cantaban bilbainadas en las tabernas y nosotros también cantábamos pero canciones vascas de Benito Lertxundi, Mikel Laboa, Imanol y revolucionarias de las de entonces
Bar Ormaetxe – Casco Viejo de Bilbao
y de antaño de la Guerra Civil, aquellas canciones de guerra de Telesforo Monzón. El bar Hormaetxe tenia también un aparato de Disc-box y estaba todo el día sonando música de todo tipo desde rock con Deep Purple o Pop de moda Los Brincos, Mody Blues a la música de Benito Lertxundi, Mikel Laboa y Oskorri con su Aita Semea kalean dago. Terminé de ésta canción hasta el cogote de tanto que la ponían.
El ambiente fue cambiando en esas calles, habia mucho estudiante universitario y las cuadrillas cada una eran gente de un partido político. Había d todo; Maoistas, abertzales, Troskistas, nacionalistas del PNV, Anarquistas, Hippies, friáis, macarrillas, gente que no sabias de qué vivian, artistas, cineastas, actores, actrices y fente de la farándula en general, vida Bohemia a patadas. Recuerdo que cuando se cerraban las tascas a las noches nos reuníamos un montón de gente por la calle Barrenkale. Íbamos a la plazuelita que esta junto a la calle Torre y edificio de La Bolsa y allí la gente traía guitarras, instrumentos de percusión para desgracia de los vecinos que a veces nos tiraban agua desde los balcones
El agua era para que nos fuéramos de allí y les dejásemos dormir. Nos poníamos a tocar y cantar mientras bebíamos vino u otro tipo de bebidas y algunos/as fumaban porros. Mas tarde vino la Heroína (Caballo) y hubo estragos entre la gente. Las drogas ya existían en los años 70 pero eran poca gente la que tenía acceso a ella casi era gente de barrios marginales como Las Cortes el barrio de Prostitutas (La Palanca) y algunos lugares del arrabal de Bilbao. Fue mas tarde cuando surgió la moda de fumar Hachis, que era casi un ritual y un nexo de comunicación casi mística o era la importancia que se le daba.
La mayoría la distribuían pequeños camellos o amigos que lo traían de Marruecos, aun no existían mafias como ahora y el Hachis era más puro y también había aceite de Hachis que inyectabas con una aguja al cigarro y este se empapaba de ello o la grifa que se fumaba en pipa igual que el Hachis. Había un local llamado La Lonja que ahora es el Café Lamiak en la calle Pelota, donde incluso había colchones y allí la gente se tumbaba y escuchaba buena música, bebía cervezas y se fumaban porros, era de un Anarco del barrio de Rekalde.
Otros compraban drogas químicas Bustaid, Dixidrina y otras anfetaminas. Las farmacias las vendían sin recetas y se ponían cardíacos con esta Anfetamina que además el Bustaid se anunciaba en la tele como adelgazante. Y vinieron los Tripis de LSD y hubo gente que se quedo colgada para el resto de sus vidas.
El Speed y la Cocaína también aparecieron. Era una época de cambios y «Revoluciones» mucho movimiento social y político venía la Apertura, Franco murió después, Venían nuevos tiempos y la gente estaba con ansias de libertad y la gente joven sobre todo quería su propio espacio y su propia vida.
En estos años había mucha movida de estudiantes y vida nocturna, muchas veces me quedaba en casas de chicas estudiantes a dormir y no aparecía en días por mi casa. No eran como los estudiantes de ahora tenían otro espíritu más revolucionario y contestatario..
Las Universidades actuales ahora parecen tumbas y ya no hay movida estudiantil en Bilbao tan contestataria pero si he visto en otros sitios como Madrid, Valladolid, Salamanca y Barcelona. Observo que hoy día en Bilbao parece que resurge el movimiento cultural alternativo en todos los campos fuera de la universidad; Música, Arte, Moda, y demás disciplinas.
Existen sitios como ZAWbilbao, La Hacerla, el Espacio Phillipe Pascal, Espacio Abisal, la desaparecida SAREA Txakurberdea y otros grupos de gentes que organizan cosas interesantes. Sobre todo por el barrio de San Francisco, pero todo ello choca con la cultura oficial del Palacio Euskalduna, el Teatro Arriaga o el Guggenheim que parece que …no se enteran.
También el Gaztetxe de Kukutza fue un lugar muy interesante pero desgraciadamente se malogró por culpa de la «autoridad» de un alcalde que se ha erigido como un caudillo populista que ha convertido a Bilbao en una ciudad de postal con poco contenido y que es amigo de los especuladores de Terrenos.
En los 70 hubo muchas aperturas de Gaztetxes y se ocupaban edificios por los jóvenes para hacer actividades culturales y organizar conciertos. Uno de ellos fue el de la calle Banco España del Casco Viejo que años más tarde fue cerrada después de mucha batalla. Este Gaztetxe tuvo mucha importancia en el desarrollo y difusión del Rock Radikal Vasco (R.R.V.) pues fue pionera en Bilbao.”