Aldabas en los portales del Casco Viejo de Bilbao

Las Aldabas, todavía colgadas de algunas antiguas puertas de portal, son testigos mudos de otros tiempos.

Orígenes de la aldaba

En la actualidad, las aldabas que se conservan no pasan de tener un mero sentido ornamental, pero no fue exactamente así en el pasado. Su principal función, hoy ya perdida, era la de llamar a la puerta de las casas aunque, como es evidente, también se deducía de la opulencia de sus adornos la capacidad económica de sus moradores, por lo que también tenían un claro sentido de ostentación y exhibicionismo.

El origen de su uso es antiquísimo y se remonta a época romana, habiendo sido utilizadas a lo largo de todo el periodo histórico, hasta su desaparición como elemento con utilidad en el siglo XX.

Aldaba en una puerta con abolengo
Una puerta con abolengo

Cuando paseamos por las zonas viejas de las ciudades, resulta muy interesante fijarse en esos pequeños detalles que nos hablan de la vida que ha pasado por ellas. Uno de esos detalles interesantes lo constituyen las aldabas. Existen con muy diversos motivos y reflejan el poderío económico que albergaron en otros tiempos las casas que todavía hoy los portan.

De cualquier forma, ojalá las aldabas sigan colgando de las puertas de nuestros portales muchos años más. Por su función decorativa y por su labor testimonial como símbolos presentes de otros tiempos pasados no tan lejanos.

El ocaso de las aldabas

Con la generalización del uso de la electricidad en las primeras décadas del siglo XX comenzará el declive del uso de las aldabas, que solo sobrevivirán en zonas rurales hasta casi nuestros días.

Hay que tener en cuenta que, en aquellos tiempos, los portales de las casas de vecinos permanecían abiertos durante todo el día, y solo a partir de las diez de la noche se cerraban y se hacía necesario el uso de la llave para poder acceder a ellos.  Igualmente, en este sentido, se hace inevitable recordar la figura del sereno que, además de ejercer de vigilante nocturno en las calles, disponía de llaves de todos los portales y te podía facilitar el acceso.

Aldabas en los portales del Casco Viejo de Bilbao
Portal de las Siete Calles

Las aldabas en los portales del Casco Viejo

Desde principios del siglo XX, en la mayoría de las casas de vecinos que se construían de nueva planta, siempre dependiendo de la diversa capacidad económica, se instalaban timbres en los portales que permitían llamar a cada piso particular de forma exclusiva.

Sin embargo, en las casas más antiguas, como eran la generalidad de las existentes en el Casco Viejo de Bilbao, la instalación de estas novedades tecnológicas será posterior y, en muchos casos, no se producirá hasta bien entrados los años 60 o 70 de la pasada centuria, dando, en muchos casos, el salto de la aldaba al portero automático, directamente.

Aldaba y portero automático en un portal del Casco Viejo de Bilbao
Aldaba y portero automático en un portal del Casco Viejo de Bilbao

La función de la aldaba era predominantemente nocturna ya que,  como hemos dicho anteriormente, durante el día, los portales permanecían abiertos y el acceso era libre. En el caso de nuestras Siete Calles hay que tener en cuenta, además, la existencia de muchísimas tiendas conocidas como «de portalito», que tenían su acceso a través del portal del inmueble. Todavía se conservan algunas que podemos observar en la actualidad en el Casco Viejo de Bilbao.

Cómo se usaban las aldabas

El uso parece evidente cuando se trata de una vivienda unifamiliar, se trata de golpear con la aldaba y hacer ruido sin más, sin embargo, en el caso de edificios que albergan viviendas de varios vecinos ¿cómo actuar?

La solución es bien sencilla: En primer lugar se marcaba el piso al que se dirigía la llamada, haciendo coincidir el número de toques, hechos de forma pausada, con la altura del piso al que se quería acceder, para posteriormente terminar con  un repique que daba por finalizada la comunicación.

¿Recuerdas haber utilizado la aldaba en algún portal del Casco Viejo de Bilbao?

Algunos ejemplos de aldabas en el Casco Viejo de Bilbao. Pincha en las fotos si quieres ver la galería ampliada.

Ventanas en las 7 Calles de Bilbao

Una ventana barroca a contraluz - Tendería

Ventanas – Una mirada al cielo de las Siete Calles

Alzar la vista y descubrir la vida que se esconde detrás de cada ventana

Pocas veces levantamos la cabeza y observamos lo que se esconde por encima de nuestra mirada. Pocas veces detenemos el paso y pensamos. Y es que pocas veces tenemos la oportunidad de ver y disfrutar de tan variadas y sugerentes ventanas como las que nos ofrecen las Siete Calles de Bilbao. Ventanas con pájaros y flores, como a mí me gustan. Ventanas calladas que hablan a quien las escucha.

“Las Ventanas

Quien desde fuera mira a través de una ventana abierta, jamás ve tantas cosas como quien mira una ventana cerrada. No hay objeto más profundo, más misterioso, más fecundo, tenebroso y deslumbrante que una ventana tenuemente iluminada por un candil. Lo que la luz del sol nos muestra siempre es menos interesante que cuanto acontece tras unos cristales. En esa oquedad radiante o sombría, la vida sueña, sufre, vive.

Por sobre las olas de los tejados, acierto a entrever a una mujer madura, arrugada ya, pobre, perpetuamente enfrascada en su tarea y que nunca sale. Con su rostro, con su atuendo, con sus gestos, con apenas nada, he reconstruido la historia de esta mujer, o quizá fuera mejor decir su leyenda, y de vez en cuando, entre lágrimas, me la recito a mí mismo.

De haber sido un pobre anciano, habría reconstruido la suya con la misma naturalidad.

Y me acuesto, satisfecho de haber vivido y padecido en la piel de otros.

Y tal vez me digan: “¿Cómo sabes que esa leyenda es la verdadera?”. ¡Qué me importa la realidad que se halle fuera de mí, si me ha ayudado a vivir, a sentir que soy y lo que soy.»

Charles Baudelaire ((Extraído de Trianarts.com)

 

Una historia en las Siete Calles

Juanjo y la loca de Arriquibar

Una historia de las Siete Calles
Portada del libro de próxima aparición en el que se incluye este relato.

La decisión

Aquella Mañana Juanjo tomo una decisión. Ya no esperaba nada de la vida y decidió el suicidio, pero antes de eso se iba a pegar la “Fiesta Padre” y después se arrojaría a la Ria de Bilbao. Salió camino del Banco y sacó medio millón de pesetas y regreso a casa. Escribió una nota diciendo que se suicidaba porque su vida no tenía razón de existir y porque la vida no se había portado bien con él y lo desgraciado y deprimido que se sentía. Había perdido el trabajo hacía dos años y no conseguía encontrar otro. Ya era mayor para trabajar y demasiado joven para jubilarse. Su mujer lo había abandonado precisamente por ese motivo y otros relacionados y derivados de la falta de recursos económicos. La convivencia en esa situación se hace difícil. Muchos matrimonios se deshicieron con la llegada de la crisis económica que asoló a todo el país Vasco sobre todo en los 80´s. Una autentica desgracia y tragedia para muchas familias sobre todo teniendo hijos, como Juanjo que tenía una niña de cuatro años.

Después de acabar la nota se preparó un cubata de Santa Teresa y miro algunos papeles para dejar las cosas ordenadas para cuando vinieran a casa a buscarle por su desaparición, se bebió la copa y se metió a la cama Durmió hasta las siete de la tarde se levantó y se vistió tranquilamente con su mejor ropa roquera, que consistía en un pantalón vaquero negro y una camiseta negra con el anagrama de Los Ramones. Se calzó unas botas también negras, se acicaló y salió a la calle.

Deambulando por las Siete Calles

Bajó al Casco Viejo y le compro al Moro conocido como “El Guapo de Somera” un talego de 100 gramos de hachís y luego a otro camello 10 gramos de Cocaína y se fue al bar Javier de Barrenkale a tomar algo. Invito a toda la taberna a las consumiciones que quisieran y le preguntaron si estaba celebrando algo. El contesto que si, que esa noche se iba a librar de todos sus males. La gente y el tabernero no entendieron nada, pues ya estaban acostumbrados a esas salidas extrañas y a veces irónicas de Juanjo.

Hizo unos cuantos porros y los fue distribuyendo por la taberna a todos los conocidos, un amigo marroquí del Rif llamado Mustapha “Alias el Pirata” le comento.

– ¡Joder Juanjo estas hoy que te sales!

– ¡Bah, no será para tanto! Contesto Juanjo.

Siguieron bebiendo y fumando y Juanjo se fue al water a meterse una raya de cocaína. Pago todas las consumiciones al tabernero y se marchó a otro bar. Llego hasta el bar Txakurtto de la calle del Perro. Lo llaman así porque al final de la calle hay una fuente con tres cabezas de León y cuando lo estaban construyendo alguien dijo que aquello parecía un perro en vez de un León y desde entonces ha sido la calle del Perro en el Casco Viejo bilbaíno. Pidió un cubata a Pilar la tabernera y estuvo charlando con ella contándole su secreto que nunca se atrevió a decirle. Ella era su amor platónico y cuando fueron jóvenes estuvo enamorado y que nunca se lo dijo porque era una mujer de mucho carácter y siempre creyó que aquella mujer no era para él.

El bar comenzó a llenarse de gente para picar los buenos pintxos que siempre prepara Pilar y dejaron de hablar, se bebió la copa y se despidió de la tabernera con un ¡Hasta Siempre! Ya eran las diez de la noche y decidió ir a cenar, dudó un poco pero al final eligió ir al Restaurante Iñakiren Taberna de la calle Barrenkale Barrena y subió al comedor. Pidió una sopa de Pescado y un Rape al Horno, de postre una Cuajada y un Café, pago la cuenta e hizo bromas con la cocinera, Después se fue al Pub Lasai de la calle Ronda, donde su amigo Murphy, y le pidió un cubata. Se hizo un porro y lo compartió con el barman, pasaron un rato largo charlando de la vida y arreglando el mundo mientras iba tomando más cubatas. Marchó al water a meterse otra raya de Cocaína y echó una meada larga mientras miraba la pared y pensaba por dónde se iba a tirar a la ría de Bilbao, si por el Ayuntamiento o el puente de la Salve, ésta opción le pareció mejor, pues había mas altura y posiblemente se muriera antes de llegar al agua.

Salió del Lasai y se dirigió al Gaueko, un bar que estaba en la calle Ronda, el otro extremo de las Siete Calles que era como el Rockola de Madrid, un Bar legendario del rock en Bilbao que se hizo muy famoso por sus conciertos de gran nivel con grupos locales y de otras zonas. Esa noche había Jam session con la Papa Blues Band y seguramente haría algunas canciones con la guitarra de Yves el francés.

Después de saludar a los músicos se acercó a la barra y pidió una botella de whisky de Bourbon y un vaso con hielo, saludó al Jefe de la sala que también era músico como él. Se sentó en una esquina y se hizo otro porro mientras iba viendo tocar a la Papa Blues Band en el escenario. Saludo a un grupo de ingleses que siempre estaban allí y que pertenecían al grupo Blue Fevers y que participaban en la Jam session casi siempre. Fue bebiéndose la botella de Bourbon y llego la hora de la participación del público y subió al escenario, el francés le cedió la guitarra y se puso a cantar una canción de blues lento que la tocaba mucho Eric Clapton llamado «Have You Ever Loved a Woman» y mientras lo cantaba se le iban humedeciendo los ojos, estaba recordando a una mujer que amó cuando era joven y a la que no iba a volver a ver más. Siguió bebiendo, fumando y metiéndose rayas de Cocaína por la nariz. Ya estaba completamente borracho pero se mantenía en pie por efecto de las drogas, llegaron las cuatro de la madrugada y salió del local dirigiéndose al bar Café de la Villa en la misma calle y siguió bebiendo, drogándose y despidiéndose de la camarera del bar (Con la que quedaba algunas noches para irse de juerga los dos). Le dijo adiós mil veces, totalmente borracho y meloso, la camarera lo aguantaba porque le conocía y sabia un poco de su vida, pero ese día estaba bastante pesado. Un cliente que no entendía mucho de aquello se metió por el medio para separarle del borracho y le amenazó. Juanjo, ni corto ni perezoso, al mismo momento le dio un puñetazo en la boca y el otro cayó desplomado. El que cayó era un catalán que tenía fama de robar carteras y que más tarde moriría de SIDA.

La camarera se enfado con él y le dijo que se fuera y Juanjo le respondió que sí que se iba y que no la volvería a ver jamás. La camarera le mióo con cara de resignación.

El momento crucial

Juanjo se acercó a la parada de taxis de la Iglesia San Antón y se montó en uno. Le indicó la dirección del número dos de Alameda de Rekalde y se bajo, siguió andando y se dirigió al puente de la Salve, al punto más alto. Se quedo mirando un instante al río que estaba con marea baja y pensó que eso era mejor que con la marea alta podría frenar la caída y no morirse, se sentó al lado de la barandilla y se hizo un porro .

Mientras fumaba miraba las luces de la ciudad y pensaba que aquél era su último porro de hachís. Pensó en su vida lo alegre que fue en su juventud y lo desgraciado que era ahora, era un hombre sin futuro, fracasado, estaba completamente sólo en su interior y exteriormente sin nadie a quien amar por las noches. Pasaron por su mente los errores cometidos en su vida, lo irresponsable que fue algunas veces, el no haberse preparado lo suficientemente para el futuro. Pero era un producto del Franquismo, había gastado su juventud comprometiéndose demasiado como activista político, se jugó la vida en manifestaciones, arrojando propaganda, colocando pancartas, peleando en las barricadas, detenido más de cien veces y más tarde encarcelado y torturado. Y ¿ahora qué? Los políticos habían traicionado todo en lo que creyó entonces. Era nieto de los que perdieron la guerra y estaba influenciado de toda la ideología aprendida en casa y en la calle. Tenía que haber seguido siendo músico pensó al final, no haber abandonado nunca lo que era su vocación y haber estudiado todo lo posible para ser un buen guitarrista, pero tampoco tuvo un apoyo expreso de sus progenitores que deseaban otras cosas de sus hijos y ser músico era una mala carrera, la pobreza estaba asegurada ¡Pobreza! Se dijo en su interior ¡Mas pobre que ahora no seré nunca! El último porro le subió por toda la cabeza. Apenas sentía el cuerpo y podía levantarse del suelo poco a poco. Se colocó en la barandilla para tirarse.

Se sentó a medias con un pie en un lado y el otro fuera de la barandilla, miró a su alrededor como para despedirse de Bilbao y de la Vida y cerró los ojos, fue soltándose lentamente y escucho una voz fuerte que decía ¡Aita! Se agarró de nuevo a la barandilla y se quedó casi en blanco totalmente confuso y obnubilado. Miró alrededor y se volvió de nuevo a sentar encima de la acera del puente. Comenzó a llorar fuerte y angustiadamente,

– ¡Ay lo que he ido a hacer! se decía.

– ¡Hija mía¡ mientras lloraba amargamente viendo la imagen frágil de su pequeña hija. Una emoción surgía de su alma: era la Ternura mas grande que había sentido nunca ¡Su hija! ¡Su tesoro más preciado! Seguro que le necesitaría. No podía abandonar a aquella niña.

El mangui

Pasó algunas horas sentado en la acera del puente, los efectos de las drogas y el alcohol se fueron disipando. Se incorporó y tomó el ascensor del puente para bajar al otro lado de la ria y andando por la orilla derecha se le acerco un tipo con mala pinta que estuvo medio oculto detrás de uno de los árboles del paseo ¡Ya estamos! exclamo Juanjo, Sabía que quería darle el palo. La actitud del tipo le delataba y Juanjo sabía mucho de la calle. Antes de que el tipo dijera nada, le arreó un puñetazo y varias patadas. Lo enganchó con ambas manos y lo tiró a la ría y siguió caminando, oyendo los gritos de auxilio de aquel tipo, mientras pensaba ¡Otra mierda menos en Bilbao!. Llegó hasta el parque del Arenal bilbaíno. Estaba cansado por el alcohol y la tensión acumulada de su intento de suicidio y aquella pelea y se sentó en un banco. Se fumó un cigarro y se quedó pensativo. Iba a hacer la locura criminal más grande que se puede hacer: abandonar a una chiquilla pequeña y dejarla sin padre que tanto la amaba y la niña también como le quería. Un supuesto mangui pagó las consecuencias esa noche, nunca supo si aquel individuo murió porque en la prensa del día siguiente no apareció ninguna noticia sobre el tipo. Comenzó a recordar cuando era una bebé y los paseos por el Casco Viejo los domingos con ella, iban a comer pintxos de txampiñon a Somera y de bacalao en la calle Santa María en el bar Gatz, también a intercambiar cromos de una colección y comprar piedras minerales a la Plaza Nueva.

Juanjo sonreía viendo esas imágenes. Pensó que tenía que resistir como fuera por la niña y sobrevivir para verla crecer. Encendió otro cigarro y esperó a fumárselo para ir a casa. En ese momento se levantó una niebla espesa sobre el parque. Juanjo no había visto una niebla como aquella en el Arenal en toda la vida, era blanca, espesa y rara.

Un encuentro inesperado

Había un silencio y una calma especial, sintió como que aquello se transformaba en otro mundo, otra época. Las luces del parque se veían raras y la Iglesia de San Nicolás sobresalía por la niebla fantasmagóricamente. Juanjo no salía del asombro. El sonido de las distintas fuentes del Arenal parecían voces. Se escuchaba también algún sonido de aleteos de aves y algún canto de los Mirlos. No se atrevía a moverse de allí. Estaba medio asustado y a la vez feliz de aquella sensación. Estaba viviendo un momento casi mágico y pensó que a lo mejor sería por los efectos de las drogas que aún no se le había pasado y que estaba alucinando. Divisó una sombra que se le acercaba y se puso en guardia. La sombra, al reflejo de una luz, daba un aspecto de miedo y siniestritud y Juanjo pensó que a lo mejor se estaba muriendo allí mismo y aquella figura era La Parka. Entró en un estado de angustia y se levantó de un salto, pero la sombra le habló:

Plaza de Arriquibar
Plaza de Arriquibar – Foto Gotzon Monasterio

-¡No te asustes hijo! Le dijo mientras se acercaba. Juanjo vio a una mujer con aspecto de vagabunda que llevaba unas bolsas en la mano y a su lado había un perrito de raza callejera muy asustado. La señora se sentó en el banco y Juanjo hizo lo mismo y se quedo observándola. La señora tenía una cara bella y unos ojos hermosos pero con aspecto de cansancio, sus cabellos eran rubios y parecía que tenía buen talle aunque con toda la ropa que llevaba no parecía. La señora también le observaba, el perrito se puso debajo del banco acurrucado a los pies de la señora. Ésta dejó los bultos y después se estuvo colocando bien la ropa, sacó un ovillo de lana y unas agujas de hacer ganchillo y siguió trabajando una especie de gorra de lana, Juanjo la miraba asombrado. La señora miró hacia el cielo y exclamó:

-Pronto pasara ésta niebla y hará un buen día, y luego miró a Juanjo y preguntó:

– ¿Que haces aquí?

– Estar, contestó Juanjo.

– Pareces un borracho, le dijo la señora

– Si, pero se me esta pasando, contestó él.

– ¿Y por qué has bebido?, le preguntó ella.

– Problemas de la vida, dijo él.

– ¿Qué sacas con beber? Con eso no sacas nada en limpio. Lo que tienes que hacer es enfrentarte a tus problemas, dijo ella.

– Ya lo sé, contestó Juanjo. Y se puso a hablar comentándole la locura que estuvo a punto de cometer aquella noche, cómo escucho la voz de su hija y que eso le salvo de la muerte. Le contó que no tenía trabajo ni esperanzas de encontrarlo, que la situación del empleo estaba muy mal y que intentó buscar otro tipo de empleo. Que hizo cursillos, pero que por edad no le empleaba nadie en ningún sitio y que tiraba la toalla.

La señora le contó que ella también había pasado por esa situación, aunque era distinta, ella había sido una actriz famosa de Bilbao y que por amor a un hombre se buscó la ruina, que el hombre la dejó y se casó con otra y que ella todavía estaba loca por él. Le iba a ver todos los días a su trabajo, que estaba en el parque de la Plaza Arriquibar y que ahora la llamaban la loca de Arriquibar. Estuvieron un rato largo charlando y Juanjo se quedó dormido.

Se despertó con el sonido de una trompeta, era un Rumano que estaba en el Puente del arenal y que tocaba un boggie de Louis Amstrong. Era el «Go marchining».. Juanjo miró a su alrededor y vió el parque del Arenal como siempre lo había visto todos los días. La señora ya no estaba y pensó que quizá estuvo soñando, pues la loca de Arriquibar había muerto hace tiempo.

El desenlace

Fue a levantarse y se encontró a su lado un periódico, lo cogió para llevárselo y observo que era el diario El Correo, abierto justo en la zona de anuncios de empleo, Leyó en letras grandes un anuncio que decía: “Se necesita encargado para establecimiento Hostelero en el Casco Viejo, se precisa experiencia, dotes de mando y amplios conocimientos de música. Interesados llamar para entrevista” ¡No se lo podía creer! Él era todo eso, miró la fecha y vió que era de ese mismo día. Se levantó y caminó hasta la Plaza de Don Diego López de Haro y entró en una Cafetería llamada Colavidas en la calle Hurtado de Amézaga para llamar por teléfono, el barman le miró un poco raro pues tenía un aspecto sucio y de vagabundo. Juanjo llamó por la cabina del bar y quedo a las ocho de la tarde para la entrevista, después marchó a casa, durmió hasta las seis de la tarde, se duchó y se puso ropa limpia y se presentó a la cita. A la mañana siguiente, le llamaron para decirle que él puesto era suyo.

Un día que pasé por allí a tomar un café, me lo encontré y me contó lo que le había pasado ¡Había sucedido un milagro!

Autor: Gotzon Monasterio

Álbum de fotos del Casco Viejo de Bilbao

Aventuras de un músico ex-tabernero por los bares míticos de Bilbao

Bares míticos de Bilbao durante La Transición

En este artículo, escrito por Gotzon Monasterio, se hace un recorrido por algunos de los bares míticos de Bilbao en los años 70-80 Es continuación del anterior «Aventuras de un músico ex-tabernero en el Casco Viejo de Bilbao»

El comienzo del trabajo de tasquero

El encierro en San Antón de Bilbao

Durante ésta época, 1975, muere el dictador Franco y comienzan a darse cambios importantes en la política del país con la reforma “Transición” de Adolfo Suarez:.

Carnavales en Bilbao, años 70
Bares míticos de Bilbao – Carnavales de Bilbao en los años 70

Durante el año 1976 comenzaron las primeras manifestaciones Proamnistia. El 4 de enero de ese año  tienen lugar sendas manifestaciones en Bilbao y San Sebastián. Estas manifestaciones siguieron sucediéndose durante todo el año. No recuerdo la fecha exacta pero una serie de gente nos encerramos en Huelga de Hambre en la Iglesia de San Antón. Este acto fue bastante sonado, sobre todo en la prensa internacional. Vino hasta la BBC de Londres a filmar el encierro. Fueron tres días intensos de preparación de comunicados, debates, y vinieron al tercer día los exiliados que habían regresado –no todos/as- a apoyarnos. Sólo bebíamos agua con azúcar. Durante el encierro conocí a la Maci, la dueña del bar Modesto de la calle Barrenkale y casualmente hablando necesitaba la ayuda de alguien para los fines de semana en el bar y me ofrecí a trabajar a cambio de que me enseñase a trabajar la hostelería. Después de acabar todas aquellas movilizaciones comencé a trabajar en su bar

Bares míticos de Bilbao – El Gaueko y el Muga

Continúo con un breve extracto de mi libro «Doctor Blues-Memorias autobiográficas». A la venta en AMAZON

“En la calle Barrenkale y alrededores como los bares de Barrenkale Barrena y adyacentes  pero sobre todo en esta calle  concreta de Barrenkale  había algunas taskas antiguas con mucha  personalidad; El Modesto que estaba regida por Pili la Maci (Maciza) luego estaba el Jonás donde los pintxos de tortilla de hace una semana te saludaban y todo, la tasca de Pepe con la barra inclinada hacia debajo y si pedías un Mosto se mosqueaba y te mandaba a tomar por el ano diciéndote «Los Enfermos que vayan a la calle» Si pedías clarete te mezclaba el tinto y el blanco. Ahora este bar es el Epelde antes era el Akatz que estaba regido por Manolo el del Lasai y família. También recordaremos el Antíguo Luciano hoy es el Txomin Barullo y el Sollube donde trabajaban la abuela, la madre y dos hijos unos de ellos llamado Pachito

Después abrieron el Kaskagorri con pintxos de tipo Gipuzkoano, el bar Vicente y el Gure Txoko ya existían de antes, y mas tarde  el Kaixo donde ponían patatas, hamburguesas y demás cosas de comer pero de origen de carnicería local, ahí trabaje de extra los fines de semana durante unos 4 años estaba también el Javier y con el tiempo algunos fueron desapareciendo como el Jonás y transformándose en garitos de rock. En Barrenkale Barrena era típico el Saibigain y el Kirru donde hasta hace poco  ponían unas patatas cocidas al  ajillo que estaban espectaculares y el Iñakiren Taberna. Anterior a los  locales nuevos en ese tiempo intermedio  se abrió el  primér  Pub  que  se llamaba Kottis y  era  de  ambiente Gay,  pero entraba todo  el mundo y hacían sesiones de copla y farándula, después el Kaskagorri se convirtió en Pub, abrieron el Katuzaharra que es un bar emblemático  del rock  de  Barrenkale  y con  el tiempo se abrió la Chufa que era el bar de la Otxoa un artista de la farándula bilbaína que se hizo famoso con el Libérate en las  fiestas de Bilbao y desde entonces es el himno de los Gays.

Bares míticos de Bilbao. Gotzon a la entrada del Gaueko
Bares míticos de Bilbao – Gotzon a la entrada del Gaueko – Foto actual

El Gaueko ya estaba abierto sobre el 75 aproximadamente y seguido a este todos los demás pubs de todo el Casco Viejo. Todo era rockandrol excepto la Chufa que era de ambiente Gay y pequeñoburgués. Después de irse mi amigo de correrías Kike Turmix a Madrid en el 78 comencé  a trabajar en el Pub Gaueko de Bilbao que fue como Rockola de Madrid, un templo del Rock y centro de toda la movida bilbaína.

El Gaueko había sido al principio un almacén de frutas y tenía varios pisos aunque se habilitó sólo la primera planta para poner el bar, Detrás de los Wáteres estaba un ascensor montacargas tapado por la pared y arriba estaban las cámaras donde antiguamente se guardaba la fruta. Toda la calle había estado lleno de almacenes de éste tipo que luego se fueron a Mercabilbao. Recuerdo de joven venir a trabajar a descargar cajas para ganar unas pesetas durante los fines de semana. Podías ganar entre quinientas y mil pesetas de las de entonces y te llegaba para el resto de la semana para gastar en lo que quisieras. Después fue la sede de la comparsa Pinpilinpauxa y más tarde sería el Gaueko.

Lo formaron entre cinco socios Alberto Elordui, que fue redactor del periódico comunista del PC Mundo Obrero, José Mari Garmendia que fue condenado en el proceso de Burgos a muerte y al final no le ejecutaron, Joseba Cardenal que de nuevo entro en prisión como miembro de E.T.A. por el asunto de la central nuclear de Lemoniz, luego no se sabe por que se hizo Testigo de Jehova,  Josu Etxebarria que fue de Euskadiko Eskerra y José Ignacio Aparicio alias Kaskagorri.

Interior Gaueko, uno de los bares míticos de bilbao
Interior del Gaueko, un referente entre los bares míticos de Bilbao en los años 70-80

Al comienzo del bar sólo era una cueva con paredes blancas  que sudaban y lleno de humo, había algunos adornos puestos en plan Hippie y unas luces fluorescentes de colores. Teníamos en la barra de adorno una bañera metálica con una maniquí desnuda dentro totalmente surrealista. En el lado derecho sobre la superficie de arriba estaba la pista de baile y la cabina del Discjockey. Se pinchaba música de todos los estilos; New Wave, Punk, Rock, Heavy incluso salsa y bailongo discotequero sobre todo en la segunda fase del bar cuando estaba de pinchadiscos Felipe.

El mejor iscjockey que hubo sin duda fue el Titi que era un fenómeno de la música.  Arriba del Gaueko estaba el Txokolanda que era un local de EHGAM – Euskal Herriko Gay Mugimendua y hoy es un Gaztetxe de gente alternativa, los fines de semana se hacían fiesta y bailongo. El núcleo de la movida del Casco era sobre todo el Gaueko, después el Muga antíguo Mikeldi que ya era mítico y famosos sus fines de semana cuando la polícia nacional franquista hacia redadas y sacaban a todos/as los/as clientes/as  a la calle a identificarse contra la pared. Durante la gestión de Juan Carlos el binómio Muga-Gaueko era inpescindibles los fines de semana en la zona y entre semana también, después  el Café Teatro de la Villa y en el 84 el Pub Lasai  todos en la calle Ronda y el Giorgia de la calle Somera -hoy es el K2-donde trabaje dos años hasta la llegada de las inundaciones de Bilbao 1983. En éste núcleo se movía mucha gente de todo tipo.

El Muga. Bares míticos de Bilbao en la Calle María Muñoz
El Muga, otro de los bares míticos de Bilbao que, a día de hoy, tras la jubilación de su último propietario, está sufriendo profundas reformas

En esa época había buen ambiente y buen rollo entre la gente. Nos conocíamos todos/as de la calle y de muchas batallas de la época de franco en las peleas contra los Grises y prácticamente bajar al Casco Viejo era casi como estar en Familia y trabajando en la Hostelería aún más por que muchos/as eran tu clientela.

Eso también te daba ventaja de comunicarte con diferentes grupos de gente y también en el ámbito del ligue te era más fácil como ocurre siempre entre los camareros/as»

La metamorfosis. El ocaso de aquellos  bares míticos de Bilbao

Sigo con otro extracto, ahora del libro: «Crónicas Antiurbanas de un Anarquista Cósmico» de Gotzon Monasterio. A la venta en AMAZON

«Después de las inundaciones el Casco Viejo cambio bastante en su esencia, algunos comercios y bares no pudieron abrir por falta de presupuesto como paso en el Pub Giorgia de Somera El ambiente también se enrareció bastante y sobre todo con la llegada de las hordas del botellón que invadieron Barrenkale y alrededores. También influyeron mucho que los fines de semana siempre había alguna manifestación por algún motivo diferente y se liaban batallas gordas, esta vez con la nueva policía vasca o Hertzantza. Mucha gente habitual del Casco Viejo ya no bajaba los fines de semana; algunos por que abandonaron la vida bohemia y otros por que ya se iban haciendo mayores. Ya no existían cuadrillas de Txikiteros –ahora quedan algunos restos de gente mayor y otros que han creado moda de cantar de nuevo en tabernas- como antaño, la gente se apalancaba en las Terrazas al igual que ahora y se marchaban a una hora prudencial los que no se quedaban hasta la noche. El mundo de las copas y bares nocturnos también cambio y ha cambiado; principalmente por que las copas en los bares normales son más baratas que en los pubs. Mucho pijo y pija comenzaron a asomar sus narices por allí, ajenos a la forma de ser de la gente “Auténtica” del Casco Viejo y su vida bohemia. Algunos discobares contribuyeron a ello también con un publico macarra y pastillero que se apalancaban toda la noche dentro o fuera de la discoteca y molestando muchas veces al vecindario con los excesivos volúmenes de una música intragable maquinera y de chuntachunta, mas el jaleo en la calle de niñatos puestos hasta el culo de drogas sintéticas que se pegaban en la calle. Durante la “Época Bohemia” – antes de la muerte de Franco e inundaciones-, hubo muchos personajes Txirenes antes del 74 como el difunto Madriles, aquél vagabundo de la carretilla con cartones del que se contaba que era un excéntrico millonario o que en la época de la república fue diputado en Madrid, se contaban muchas historias extrañas, murió ahogado en las inundaciones, dormía en la Taberna de Txomin Barullo y no pudo escapar de aquella trampa también gente como el Gus el grandullón, Eusebio Lakaba, Un Sereno que nunca supe su nombre y guardaba las calles con una porra enorme Kike Turmix que murió en Madrid pero fue todo un personaje en Bilbao. El mismo Hormaetxe, viejo marinero apegado a los típicos vicios de la vida golfa, con él trabaje un año en el bar y cuando llegaron las primeras Fiestas de Bilbao-Astenagusia, nos quedamos sin material en un día, tuvimos que cerrar el bar durante el resto de la semana el cojonazos de él había hecho una previsión ridícula de lo que íbamos a necesitar de acopio para el bar, Había también un elemento que era de Dima-Bizkaia llamado Turulo que era lo más parecido a un Cromagnon escapado de las cuevas de Baltzola-Dima, bruto y aun sin pulir, uno al que le llamaban DURRUTI (Alberto) que vino del exilio y contaba de que estuvo en las filas con el mismo Durruti, éste y yo vendíamos material anarquista en un puestecito que improvisábamos en el Arenal, con banderas anarquistas, éramos del sindicato de la CNT y nos ocupábamos de todo lo relacionado con la propaganda y prensa, Txema el del Zulo un clásico personaje de la noche, Maitetxu la mayor, Juanín el artista, Maite que fue militante de ETA, Txiflis que los fines de semana terminaba vistiendo la ropa de su hermana y salía a potear de esa guisa. Papabilly que hasta los 70 siempre vestía de Kaiku y Txapela y luego iba siempre de rockero, Mikeltxo el de Bilbo Hiria, gente muy entrañable y mucha más que hay para nombrar y recordar,  la lista sería interminable.

Bares míticos de Bilbao en la Calle Barrenkale
Calle Barrenkale, donde se concentraban muchos de los bares míticos de Bilbao. Foto actual

Hoy apenas quedamos unos cuantos de aquella generación de los que trabajamos en el Casco Viejo de hosteleros, aquella gente que hacíamos barrikadas en la calle contra Franco, que bebíamos juntos y que durante años pasamos muchas horas en el Casco Viejo. Unos muertos por enfermedades graves, otros/as por edad, otros/as por que se fueron a vivir a otros lugares. Yo deje la hostelería en 1990 y me dediqué a lo mío que fue tocar en mis bandas distintas de música de rock y blues. Durante mi época de tabernero fui un militante anarquista formando parte de la revista libertaria ASKATASUNA, pero esa es otra historia»

A pesar de lo que se diga, el Casco Viejo de hoy es una calcamonía, más bien tirando a cutre, de lo que fue antes del 75. Han desaparecido muchos comercios de toda la vida y sustituidos por tiendas de chinos, Tiendas de franquicias que venden barato y pagan malos sueldos a sus empleados/as y condiciones de trabajo precarios. Hay bares que van de modernos y de pinchos de diseño, pero no tienen la calidez y el encanto de las tabernas de siempre que están abocadas a cerrarse. Apenas conoces a los dueños de los negocios, cuando antes casi siempre podías hablar y cotillear de cosas del barrio y de otras más trascendentes y filosóficas de la vida, como con Antxón el del bar Javier y Juan que trabajaba en el Txomin Barullo, Fernando el del Bar Morga en la calle Somera, etc…

Hoy en día sólo veo “Cosificación» del Casco Viejo como objeto sólo de negocio y no un espacio para vivir. Últimamente creo que hay un movimiento contra la “Gentrificación” del barrio, que lo quieren vaciar de vecinos para convertir todas las casas antiguas en pisos de turismo, echando a la calle de una manera solapada a sus habitantes.

La mayoría de los “barman” que hay ahora y que mayoritariamente es gente joven son, como se decía antes, unos sinsorgos/as, sosos/as, bordes y antipáticos/as. Muchos son de escuela de hostelería, pero creo que lo de las relaciones públicas y la amabilidad, así como la elegancia al servir, se ha debido de perder por la prisa y porque ahora la hostelería no es otra cosa que negocio puro y duro. Muchas empresas han abierto bares en el casco viejo sin ser ellos mismos hosteleros, salvo algunas excepciones. Para mí que sólo se trata de inversionistas que tratan de dar rentabilidad a su dinero. Y no quiero malpensando creer que no haya algo más raro detrás. No, realmente éste no es mi barrio donde yo pasé casi mi adolescencia, juventud y ahora mi camino a la madurez. Ya no me identifico con el Casco Viejo, esto no es Bilbao, es otra cosa.

Texto y fotos: Gotzon Monasterio